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El destino se aferró. El América no pudo contra él. Se tendrá que medir al Guadalajara, su némesis, en los cuartos de final de la Liguilla, por ser incapaz de derrotar ayer a los eliminados Pumas.

Cara a cara estarán las Águilas contra las Chivas. En su centenario, el conjunto de Coapa buscará vestir los festejos dejando en el camino a su acérrimo rival histórico. Corre el riesgo de una amargura en caso de que el Rebaño Sagrado se convierta en semifinalista. Haber dejado escapar el triunfo ante los felinos [1-] provocó el Clásico Nacional en la primera ronda de la fase final.

Partido del “Ame” ante Universidad que distó ser un clásico intenso como en el de otras ocasiones. El calor intenso en CU provocó un duelo opaco, sin mayores emociones. La pasión, la entrega y los demás condimentos emocionales que suelen estar presentes en este tipo de encuentros quedaron en el baúl de los asuntos olvidables.

Culpa principal de los auriazules para que el juego fuera grisáceo. Los universitarios renunciaron a la posesión de la pelota, misma que tuvieron sólo el 41 por ciento. Lucieron como si la prematura eliminación de la denominada ‘Fiesta Grande’ fuera un argumento para crear 90 minutos de intrascendencia.

Las Águilas dedicaron a pasear el esférico, con indiferencia, desdén y poco ímpetu. Pero se fueron al frente prácticamente sin querer. Habían hecho más que su contrario, pero nada como para pensar en que la justicia significaba que el club de Coapa obtuviera la ventaja.

En la jugada más peligrosa del primer tiempo, Darío Verón sacó de la línea un esférico que amenazaba con entrar en la portería de Alejandro Palacios. Acción que derivó en un tiro de esquina.

En ese cobro, Osvaldo Martínez encontró la testa de Paul Aguilar. El lateral azulcrema anidó la pelota en la esquina derecha que defendía el ‘Pikolín’ (42’). El duelo por fin despertó. Uno de los siete envíos a puerta del América terminó en el fondo de las redes pumas.

Silencio en el graderío auriazul. Júbilo en el bando azulcrema. Aguilar festejó como acostumbra: con un baile poco estético llamado “el huevón”, en el que mueve las piernas y los brazos sin control.

Hasta ahí, la sonrisa del americanismo se expresó con indiscreción. Con esa victoria parcial, el choque en cuartos iba a ser contra Santos Laguna, un club que fue incapaz de hacerle daño en 300 minutos de este semestre (210 de semifinales de Liga de Campeones de la Concacaf y los 90 restantes de Liga).

Entonces, comenzó la batalla contra el destino para el América, que se quedó con 10 por la expulsión de Miguel Samudio. Hugo González se lució al detenerle unpenalti a Ismael Sosa al 68’. Aún no se daba el encuentro con el Guadalajara.

Pero...Pumas encontró la manera de enviar a su máximo contrincante hacia un duelo de mayor peligro. Fue la última trastada que logró hacer en el torneo: generarle a las Águilas un enfrentamiento a ida y vuelta con las Chivas en cuartos de final.

Una “peinada” de Matías Britos hizo el empate (84’). El Clásico se decretó. Ni más, ni menos.

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