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Usamos y abusamos de términos como naco, gringo, chicano, clasismo, güero, ambulante, muchacha y mestizo, y al hacerlo, queriéndolo o no, refrendamos nuestro ser racista. En nuestro día a día cometemos un sinnúmero de actos de discriminación cuando hablamos de genes, humor, centroamericanos, indígenas, exiliados españoles, nazis, homogeneidad racial, sinofobia y hasta Trump, whiteness y Zapatismo.

El conjunto de las 48 entradas que contiene el Alfabeto del racismo mexicano (Malpaso ediciones), del historiador e investigador Federico Navarrete, confirma su tesis de que México es un país racista. “El racismo no es alimentado por el odio, sino más por el desprecio, por un desdén incuestionable y pertinaz contra quienes tienen la piel más oscura y son más pobres, por la ignorancia deliberada”.

Las 48 entradas o términos racistas son formas y fórmulas sobre las que reflexiona Navarrete en este libro que quiere ser una especie de modelo para armar del racismo mexicano. “La selección de las entradas en un diccionario como éste, que no puede ser exhaustiva, siempre tiene algo de arbitraria, de ocurrente, sugerida por sucesos que iban pasando en la sociedad mexicana mientras escribía el libro, o por la reacción de los lectores en línea”.

Federico Navarrete asegura que esa fue una de las ventajas de idearlo como un diccionario. “Puedo partir de observaciones muy puntuales, anécdotas, de cosas que veo en los medios, de textos muy particulares y a partir de allí, es como si pescara un pez en el océano, como si jalara toda la red de la que el pez forma parte. A partir de una anécdota de la publicidad, por ejemplo, intento dar a conocer o revelar la estructura más amplia que está detrás de ella, las redes que pueden parecer chistosas o chuscas, pero también muy profundas porque llevan a ver más allá”, señala el historiador mexicano en entrevista desde Berlín.

El Alfabeto del racismo mexicano, cuya edición en papel incluye la versión en eBook, nació en versión digital en el sitió Horizontal.mx como un divertimento al libro México racista que Federico Navarrete publicó en 2016.

Modelo para armar. Inspirado en el Diccionario de los lugares comunes, de Gustav Flaubert, e ideado en la estructura de Rayuela, de Julio Cortázar, el Alfabeto del racismo mexicano es un llamado a los mexicanos a ejercer un humor autocrítico en nuestra sociedad y que reconozcamos esos hábitos vergonzosos. “Lo digo también en afán de sátira, el racismo es como esa costumbre de sacarnos los mocos, son cosas que nos avergüenzan y no admitiríamos en público, pero que son parte de nuestra vida. El racismo es mucho de esas cosas vergonzosas que no queremos admitir, pero que no dejamos de practicar”.

Tras más de 10 años trabajando el tema y un año después de haber publicado México racista, que era un ensayo político e histórico muy riguroso para demostrar el racismo, Navarrete comenzó a escribir entradas para el alfabeto que busca abordar esa misma temática, pero desde otro ángulo, el de la sátira y el humor. “Uno de los principales caminos para la autocrítica es aprender a tomarse a la ligera a uno mismo y a reconocer en uno mismo las fallas y a reírse de esas fallas”.

El estudioso del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM hizo un ensayo de 48 breves ensayos que van tendiendo lazos entre entrada y entrada hasta formar un mosaico que se puede leer y jugar como un caleidoscopio, que en conjunto da una visión sistemática del racismo en México.

“Me inspiré en obras clásicas de la literatura, como Rayuela, construida de fragmentos aparentemente inconexos, pero que terminan vinculándose de manera sorprendente. Un poco mi objetivo era hacer una especie de modelo para armar del racismo mexicano; además, el lector, brincando de una entrada a otra, también puede encontrar sus conclusiones y puede encontrar vínculos que yo no señalo”.

Racismo y violencia. El interés de Federico Navarrete por el racismo es muy intima y viene desde su más tierna infancia por las historias de discriminación racista que hubo en su propia familia y dirigida a su madre y a él mismo en la escuela. Pero su preocupación de ver al racismo como uno de los elementos centrales de la violencia actual en México nació como una reacción al horror que siguió a los sucesos violentos en Iguala, en 2014, que culminaron en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. “Fue un llamado a dar mi reflexión sobre el racismo, que creo que es una de las causas que nos han llevado a esta tragedia. La situación actual que vive nuestro país es muy compleja y no se presta a explicaciones simplicistas, no tiene una sola causa, sino un abanico de causas y de situaciones que la han precipitado. Mi interés es que en la discusión sobre esta situación de la violencia, de la inseguridad, de la violación de los derechos humanos, de la impunidad, de la corrupción gubernamental, de todos estos elementos que caracterizan al México contemporáneo, se tome en cuenta también el asunto del racismo”, afirma.

El también autor de Los pueblos indígenas del México contemporáneo sabe que acabar con el racismo no resolvería los problemas de México, pero no se pueden resolver los problemas como la desigualdad y la violencia si no se combate también el racismo. “Ese es el afán que me interesa y creo que debe ser tomado en cuenta para resolver los problemas que nos aquejan”.

Lo terrible es que Navarrete asegura que el racismo en México ha aumentado mucho en los últimos años y es mayor que durante el siglo XX, cuando privaba la idea del mestizaje y la existencia de proyectos sociales que buscaban integrar a la nación mexicana. “A finales de los años 90, pero más marcada en los últimos 15 años, debido al neoliberalismo y al aumento de la desigualdad económica, al colapso de la función del Estado y del nacionalismo, y al auge de la televisión y los medios de comunicación, que son descarada e imperdonablemente racistas, hay un recrudecimiento del racismo. Yo diría que probablemente México está viviendo ahora una de las etapas más racistas de su historia”, afirma.

Federico Navarrete ya no ha seguido la línea del alfabeto, incluso dice que el proyecto está cerrado, pero no deja de reflexionar sobre el tema en artículos académicos y desde otras iniciativas, como su proyecto Pigmentocracia, que publica en Horozintal.mx y que nació de la encuesta de movilidad social del INEGI a partir de que utilizó una paleta de colores que generó una polémica.

“El racismo no es un problema de culpabilidad individual, no sirve de nada decir fulanito de tal o cual es un racista, hay que decir: ‘eso que dijo fulanito de tal es racista por esto y por esto’, eso tiene consecuencias sociales porque se basa en estos prejuicios o da continuidad de esas actitudes”, dice.

Las únicas entradas personales en el diccionario son Federico, la suya, y Trump, “que es producto de la desesperación y del horror ante su ascenso vertiginoso y de la fobia particular que le tengo”. En realidad buscó entradas cortas, que se lean rápidamente, que el punto de partida sea una anécdota para involucrar al lector en la trama, y que entren por donde quieran y hasta en voz alta para que permita socializar las ideas de una manera más ágil, divertida y accesible.

“Hay un abanico amplio, de lo más chico a lo más grande, de lo más serio a lo más frívolo, de lo más anecdótico a lo más histórico; planteo un abanico, un mosaico de los diferentes temas vinculados con el racismo en México. Las entradas que se basan en dichos populares o en términos como güero o naco me resultaron más ligeras de escribir y creo que tienen un tono más satírico; pero también están las que tienen otro tono, como la de los centroamericanos en México. Las hay de diferentes estilos, como en la música, no siempre podemos bailar temas muy animados, a veces queremos una más tranquilita o más romántica”, afirma el historiador de Alfabeto del racismo mexicano, libro que será presentado el 8 de agosto en El Péndulo Condesa.

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