Juan Bañuelos fue el poeta de la coherencia entre lo que escribió y vivió, que pugnó por darle “voz a los sin voz”, en defensa de los desvalidos, de los indígenas y guatemaltecos sometidos en las fincas desde hace varias décadas.

Además apoyó la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), iniciada en 1994, aseguraron escritores chiapanecos tras el  deceso del autor originario de Tuxtla Gutiérrez.

El poeta Rodrigo Balam dijo que Bañuelos, quien murió ayer en la Ciudad de México, a los 86 años, desde sus poemas iniciales hasta su obra de madurez, pugnó en defensa de los oprimidos; “debía siempre levantar el puño del reclamo colectivo para buscar justicia ante la ignominia y la opresión de los poderosos”.

"Con una rabia poética que logró anticipar, con su defensa de los desvalidos, la lucha emprendida décadas más tarde por el EZLN en su levantamiento armado", agregó el autor de obras como “Bitácora del árbol nómada”,  “Hábito lunar”, “ El corazón es una jaula de relámpagos”.

Aunque, Bañuelos, dijo, ya se había levantado “en insurgentes armas literarias años y décadas antes incluso que el mismo EZLN, sin que poetas de otras latitudes de México hicieran eco de su lucha.

El Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2014, aseguró que Bañuelos fue un poeta que no escribía de sus personales vivencias domésticas para hacer de ellas “versos lastimosos y ampulosos”.

Por el contrario, Bañuelos, sostuvo, fue uno de esos escasos poetas que supo relatar con fuerza, claridad y honda condición humana, el dolor, la miseria, las penurias y la injusticia “padecidas por los demás, por el otro”, y a la vez, era capaz de conmover con su poesía amorosa.

Rodrigo Balam, residente en San Cristóbal de las Casas, recordó que Bañuelos nació como gemelo, pero su hermano mellizo falleció poco después de nacer.

Dijo que por tal motivo, “creo que Bañuelos, el poeta, encarnó de algún modo a su gemelo perdido para ser él mismo tanto el Hunahpu como el Ixbalanqué del mito maya del Popol Vuh, y su sacrificio”.

"Esto, es el de una vida con honores, becas, premios o cualquier otra medalla a la megalomanía, por el bien común, por una poesía colectiva, de una estatura moral y estética insuperable, al menos entre los poetas de Chiapas,  rindió otros frutos, permitiéndole la mítica redención y otra visión del mundo", expresó el poeta Rodrigo Balam.

Bañuelos, abundó Rodrigo Balam, murió como un hombre común, agotado por los años y los males que aquejan a todos los hombres, pero  su obra, su poesía, “es un enorme caudal de humanidad, una rabiosa y amorosa lección vital, una voz inagotable cuyo fuego no se apagará.

El poeta tuxtleco Fabián Rivera destacó que Bañuelos es una de las voces fundacionales de la poesía chiapaneca de la segunda mitad del siglo XX, que logró mantenerse en el ámbito de su obra, y  deja un legado que debe ser reconocido por las generaciones recientes de lectores.

Y además por creadores literarios, como uno de los autores clave para comprender “la convulsa década de 1960”, en la cual surgió La Espiga Amotinada, a la que pertenecieron tres importantes poetas y escritores chiapanecos, como el mismo Bañuelos, Eraclio Zepeda, fallecido en septiembre de 2015, y el poeta Óscar Oliva, residente en Tuxtla Gutiérrez.

Rivera confió que tras el deceso de Bañuelos, las instituciones culturales chiapanecas lo reconozcan, reuniendo su obra y difundiéndola: es el mayor homenaje que un escritor puede merecer.

lsm

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