La historia comienza así: la empresa considera que no hay nada que nuble su futuro, sus ventas crecen cada mes, sus proveedores no le fallan, paga sus deudas y los bancos desean prestarle más. Pero, y no es por ser negativo, a veces la organización no repara en los riesgos que incurre y que pueden generarle graves problemas, como pueden ser: una alta concentración en clientes, proveedores, sectores económicos o productos; falta de liquidez potencial para pagar deudas debido a la extensión de una política de cuentas por cobrar y quizá un riesgo reputacional por algunas prácticas incorrectas de las que nadie se ha dado cuenta.

Los problemas pueden ser diversos; quizá fue el mejor cliente o el proveedor clave quién falló. Tal vez sean las deudas que no se pudieron liquidar por no tener suficientes ingresos o en un caso extremo, el ataque en redes sociales de clientes insatisfechos; pero si se analiza un poco más, se podrían detectar algunas malas decisiones que debieron cambiarse a tiempo.

¿Qué impide tomar buenas decisiones? Primeramente, la determinación de actuar, de decidir. A veces no se quiere cargar con la angustia, el temor y la responsabilidad que esto conlleva. Sin embargo, una vez convencidos de que lo mejor es evitar tomar malos criterios, tales como actuar por capricho, o porque “los demás lo hacen”, porque se está casado con una sola idea y no hay cabida a otras opiniones, o porque se cae en el optimismo desmedido, o no se está dispuesto a perder; en cualquiera de estos casos, los conocimientos de la administración de riesgos pueden ayudar.

No debe olvidarse que dentro de las organizaciones los resultados negativos también son posibles. La liquidez en la empresa tiene un costo y en ocasiones es necesario sacrificar cierto margen. Hay que monitorear en todo momento la capacidad de la organización para liquidar deudas en el corto plazo y tener recursos suficientes o activos para afrontar una situación que afecte la capacidad de obtener ingresos. En términos coloquiales: “nunca deben ponerse todos los huevos en una canasta” y esto se aplica a clientes y proveedores. Hay que tener un plan B y si es posible un C.

La administración de riesgos también es una decisión de las empresas e implica dedicar tiempo y recursos para entender los posibles problemas que puedan presentarse y así tomar las medidas adecuadas con conocimiento de causa. Si se detectan los riesgos a los que está expuesta la organización y se trabaja en fortalecer las medidas para mitigarlos, la empresa va por el camino correcto que garantiza mejores resultados a futuro.

En el Comité Técnico Nacional de Administración Integral de Riesgos del IMEF, se han analizado diversos casos de empresas que han tenido malos momentos o han sucumbido ante diferentes riesgos que nunca previeron o quizá menospreciaron sus efectos. Por citar ejemplos: el gigante de la energía, Enron, que es ahora sinónimo de fraude empresarial; o la icónica aerolínea Pan Am que sucumbió ante el terrorismo en Lockerbie (Inglaterra) en 1988, o el gigante de la música compartida Napster que tuvo que indemnizar a las disqueras en 2001 por un fallo en contra del juez y eso ocasionó su ruina, o la quiebra más grande de la historia Lehman Brothers quien no sobrevivió a la crisis de liquidez de 2008. Y qué decir de Volkswagen que pasó momentos muy amargos el año 2015 por malas prácticas empresariales.

Al interior del IMEF, el elemento clave de los ejemplos anteriores es que los empresarios deben tener presente que la actividad empresarial involucra riesgos, tanto financieros, como legales, regulatorios, de negocio, estratégicos, reputacionales, tecnológicos y operativos (y tal vez otros); pero si no se busca ayuda para evaluar dichos riesgos, las organizaciones estarán expuestas a la ignorancia o la indolencia de lo que está sucediendo al interior y exterior de ellas mismas. Generar riqueza no sólo significa obtener ingresos sino evaluar el riesgo que implica la propia actividad empresarial. Los riesgos pueden estar más cerca de lo que pudiera pensarse y tal vez las compañías ni siquiera se den cuenta de ello.

Presidente del Comité Nacional de Administración de Riesgos del IMEF

elias700708@hotmail.com

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