El estilo de vida moderno es tan exigente que inevitablemente todos, en algún momento, nos quejamos de algo. La es una reacción natural que permite liberar tensiones en situaciones complejas o dolorosas, pero algunas veces, sin que lo notemos, nos roba energías, volviéndose algo rutinario.

Escuchar a la gente que se queja todo el día te quita energía. Fuente: Freepik.
Escuchar a la gente que se queja todo el día te quita energía. Fuente: Freepik.

Algunas personas pueden encontrar útil verbalizar la situación para exteriorizarla y poder manejarla con la ayuda de su entorno y no está mal sentir empatía por ellas cuando lo están pasando mal, pero escuchar a aquellos que se quejan de todo es más perjudicial de lo que imaginamos. En este artículo, explicaremos cómo manejar estas situaciones y reflexionaremos sobre el impacto de la queja en nuestra sociedad.

La queja, al volverse un patrón mental, puede tener un potente efecto des-responsabilizador. Externaliza el dolor y culpa al exterior, sugiriendo que somos víctimas de circunstancias incontrolables. Sin embargo, ¿es la queja una opción válida cuando enfrentamos realidades que parecen inmutables?

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La queja puede ser una forma efectiva de no cambiar nada, de quedarnos pasivos ante la realidad. Pero si se trata de un tópico recurrente puede resultar monótono y agotador para el oyente. Cuando uno es quien debe ser comprensivo y apoyar a quien emite sus quejas, es sin embargo importante situar con su interlocutor cuál es el objetivo de sus quejas y hasta dónde quiere llegar con ellas.

Hay que validar el dolor ajeno, sin caer en la trampa de la queja compartida, ya que normalmente se actúa como la otra persona quiere que actuemos (dándole la razón, animándote o simplemente dejando que se desahogue), pero se le debe dar la importancia que tiene y por lo tanto el espacio justo que merece.

Escuchar a la gente que se queja todo el día te quita energía. Fuente: Freepik.
Escuchar a la gente que se queja todo el día te quita energía. Fuente: Freepik.

La clave ante la queja

Quejarse limita, por eso te proponemos respuestas cordiales para plantar postura frente a ellas sin perder la empatía:

  • Comprendo que te moleste, ¿pero no te parece que se podría hacer algo distinto?
  • Comparto mucho de lo que decís, pero prefiero no quedarme enganchado en la queja porque me doy cuenta que me genera malestar innecesario.
  • ¿No te parece que te carga negativamente estar en esa actitud de queja continua? (cuando hay mucha confianza).
  • ¿Y si pensamos algo juntos como alternativa? ¿Y si intentamos cambiar al menos nuestra experiencia?

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En estos tiempos donde todo es más difícil, el desafío más grande es inyectar optimismo activo en nuestra realidad, buscando un cambio personal que impacte en la . La queja puede ser la expresión popular más común, pero quizás nuestro verdadero desafío sea nadar contra esa corriente, apostando por un cambio social real.

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