La norma para su eficacia requiere obediencia, voluntaria u obligadamente a través de los Tribunales, así se evita la justicia callejera, la de propia mano. La impunidad es una seria fractura a la convivencia, lastima no solo a quien directamente la reciente, también a la población, le resta seguridad, siembra incertidumbre, provoca discriminación por el trato diferenciado al poderoso. La legislación tiene como fin hacer igual a los desiguales, por eso la representación de una justicia ciega.

¿Se puede vivir sin pleno derecho? Sí, nuestra condición es un ejemplo. Los crímenes en gran mayoría ocurren sin consecuencias, pocos creen en el sistema, otros prefieren la venganza, por regla general unos cuantos lo respetan. La delincuencia, quizá el propio gobierno, apuesta a la moral social como barrera del caos, sin esta viviríamos un moderno viejo oeste.

El Presidente reniega de la aplicación del orden, sus expresiones implican una posición política cuyos efectos, hasta ahora, se circunscriben a cada hecho. En el juicio de amparo la autoridad es parte de manera recíproca al particular, en esa arena se resolverá la controversia, ambos, ubicados en el mismo nivel ante el poder juzgador. Es el estadio ideal.

No es lo mismo Estado de Derecho a Estado Constitucional, el primero se centra en la coexistencia bajo el modelo reglamentario nacido de la Constitución. El segundo es la estructura del país, la división de poderes, el principio de soberanía popular, las libertades, entre ellas, ésta, la de expresión. Estos valores no deben verse como una mera concepción republicana, son garantía de su sobrevivencia, el diseño está hecho para la perpetuación de la entidad más allá de la voluntad de uno o unos cuantos. Se podrá reprochar una disposición legal pero no la Constitución, atentar contra ella es intentar destruir la Unión Federada, la cohesión mexicana.

Lo estamos viviendo.

La pretensión de un Congreso con mayoría calificada para el movimiento en el poder revela la intención de modificaciones sustanciales a las bases fundamentales de la Nación. Controlar las Cámaras más allá del 50 más uno, trazará una ruta sin retorno con grave compromiso para la democracia. El sometimiento institucional a una voluntad es la antítesis de la República. Los periodos presidenciales, los ciclos legislativos, la autonomía del juez, son sellos inequívocos de la infalibilidad de una sociedad, la pérdida de estos quebranta el valor superior al de vivir en simple comunidad.

El 31 de enero de 1824 los padres fundadores suscribieron el Acta Constitutiva de México. Este acto no debe pasar desapercibido, resultado de él surgieron tres pilares de igual importancia, el legislativo, el ejecutivo, como el judicial.

A casi 200 años, no está en juego la aplicación de la ley, sino la conservación de la República. El propósito de derribar todo obstáculo a las decisiones unipersonales es signo distintivo del imperio, como aquél terminado en el cerro de Las Campanas.

Sí es verdad, la corrupción es un terrible fenómeno, la debemos acabar, pero por ningún motivo, bajo el pretexto de su combate, justifica la aniquilación del Estado Constitucional porque entonces no la estaríamos venciendo, ésta, la corrupción, triunfaría.

Abogado constitucionalista.

@VRinconSalas

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