No escuchar a los expertos es la razón atribuida a la debacle educativa. Desestimar diagnósticos y juicios de quienes saben orilla a frenar desarrollo, posibilidades y movilidad social. Segregar el conocimiento es apostar al retroceso.

El conocimiento representa una inversión estratégica desde la perspectiva económica y prioritaria en el ámbito social.

Sin embargo, las tasas de matriculación universitaria que eran de 25 por ciento en México previo a la pandemia mundial de COVID-19, ya contrastaban con el 82, 63, 60,57 54 por ciento de las matrículas en Estados Unidos, Italia, Reino Unido, Canadá y Japón.

En México, muchas instituciones educativas trabajan por debajo de su capacidad, ya que la demanda está muy concentrada en determinadas profesiones. El 50 por ciento de los estudiantes se inscribe en áreas de ciencias sociales y administrativas, en comparación con las ciencias agropecuarias, naturales y exactas, en las que se observa una disminución de la matrícula.

Esta tendencia también tiene una importante dimensión regional, ya que sólo siete estados concentran la mitad de la matrícula y el 40 por ciento de ella es atendida sólo por 10 centros educativos de nivel superior.

De manera simultánea, a pesar de que las instituciones con mayor crecimiento son las universidades tecnológicas y politécnicas, su matrícula no registra un aporte sustantivo a la cobertura de nivel superior. Se estima que la infraestructura actual, insuficientemente aprovechada, podría atender entre 300 y 380 mil estudiantes más, lo que equivaldría a incrementar la cobertura entre tres y cuatro por ciento.

Más allá de esto, en la educación superior no existen evaluaciones sistemáticas para los logros académicos. Sin embargo, la eficiencia terminal en educación superior oscila entre 53 y 63 por ciento según el tipo de programa, y puede ser de 87 por ciento en los programas de investigación avanzada.

En cuanto a investigación, la OCDE considera que México es uno de los países que menos invierte en investigación y desarrollo con menos del 0.47 por ciento del PIB mientras Finlandia, Japón y Estados Unidos aportan a este rubro el 3.96, 3.44 y 2.79 por ciento de su PIB.

La recomendación reiterada es una mejor coordinación entre las secretarías de Estado y las agencias responsables de la elaboración y aplicación de las políticas educativas y de investigación. Algo que ahora aparece muy complicado dadas las controversias suscitadas con los libros de texto gratuito en educación básica. ¿Se podrá escalar el nivel de coordinación y compromiso?

De manera simultánea, sólo el 7.6 por ciento de las patentes gestionadas en nuestro país son solicitadas por mexicanos. En Estados Unidos, el 50 por ciento de ellas las solicitan los connacionales en su país de origen.

Revertir la pobreza, desempleo, enfermedades, inseguridad y exclusión social debe dirigirla y coordinarla el Estado, pero al proyecto debe sumarse el sector empresarial, la sociedad civil y, por supuesto, las instituciones de educación superior.

Cada universidad debe presentarse como un foro de análisis y de discusión de cada particular problema social, de acuerdo con el área de especialización, luego las conclusiones deben presentarse a los órganos de gobierno para que, con oído atento y humildad epistemológica, tomen en cuenta la opinión de los expertos. Es momento que las universidades asuman un rol protagónico en el avance de personas y sociedades.

Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC)

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