El pasado 20 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Felicidad, se publicó, como cada año desde el 2012 (salvo el 2014) el . Cada año, además de dar cifras actualizadas sobre los niveles de satisfacción con la vida de las personas en más de 140 países, se aborda con mayor profundidad un tema específico. Este año, el Reporte se enfoca en la felicidad o satisfacción vital de las personas a lo largo del ciclo de vida, desde la infancia y hasta la vejez, con énfasis especial en los dos extremos del arco vital.

Comentaré aquí los resultados que considero más destacables del análisis que los autores del Reporte hacen sobre el estado de la felicidad y la satisfacción vital de las niñas, niños y adolescentes en el mundo, particularmente entre las edades de 15 a 24 años (como se indica en el reporte, los rasgos de desarrollo cognitivo y físico de la adolescencia se extienden en gran parte hasta la primera mitad de la década de los 20, de ahí el rango de edad que, para este estudio, comprende la adolescencia).

En el imaginario colectivo la infancia es sinónimo de risa, diversión, juego, de felicidad. En muchos contextos, para millones de niñas y niños, ese imaginario es la expresión de un anhelo social, más que de una realidad vigente. De forma similar, la adolescencia está asociada, en su percepción más positiva, con el arrojo, el crecimiento, la vitalidad; y de nuevo aquella visión no siempre encuentra respaldo en la vida cotidiana de muchos adolescentes, quienes migran, trabajan o deben hacer otras actividades, desde muy pequeños, para satisfacer necesidades propias y de sus familias que su contexto no les ofrece. Comprender el bienestar y la felicidad de las y los niños y adolescentes es por tanto otra manera de aproximarse a sus realidades y a sus oportunidades vitales.

Si bien el estudio sobre el bienestar subjetivo en la edad adulta es extensa y desde hace décadas, no ocurre lo mismo con el análisis de este tema en la infancia y adolescencia, que es mucho más reciente. Este es un campo que se ha expandido al menos en los últimos 15 años, gracias al creciente énfasis en los derechos de la infancia y su legislación, los avances en la teoría del desarrollo infantil y los impactos de la tecnología en la y los adolescentes.

A partir de la disponible, sabemos que, en promedio, las niñas, niños y los adolescentes son más felices que los adultos, aunque esto varía entre sociedades y especialmente en grupos vulnerables, como migrantes y minorías. Pero la infancia y adolescencia está lejos de ser un bloque uniforme, lo que también se aprecia en las trayectorias del bienestar subjetivo: en , desde los 10 años inicia un paulatino descenso en los niveles de felicidad, hasta llegar al final de la adolescencia y el inicio de la edad adulta, con una caída algo más significativa en países con menores ingresos.

Más allá del lugar común de que “infancia es destino”, hay que sugiere que el mejor predictor de la satisfacción vital adulta es el bienestar subjetivo y la salud emocional durante la infancia, y que el factor que más influye en la salud emocional, después de la familia, es la escuela, no solo en la infancia sino también en la adolescencia. En particular, algunas señalan que el bienestar subjetivo en la adolescencia puede predecir incluso el nivel de ingreso en la edad adulta (descontando efectos de la familia, la educación, el coeficiente intelectual, la salud física, la altura, la autoestima y la felicidad en la adultez).

¿Qué explica las variaciones en la felicidad de niños y adolescentes? Las variaciones están , solo en parte, con el estatus socioeconómico, pero más que los ingresos familiares, lo determinante suele ser el impacto de la privación material. Es decir, para el bienestar subjetivo no importa tanto tener un estatus material medio o alto, sino no carecer de lo indispensable. Otro elemento clave son las relaciones, con los padres y con los amigos. Otros que inciden en la felicidad de niñas, niños y adolescentes son la salud, la actividad física, el uso del tiempo, el vecindario y la seguridad. La mayoría de los factores que la ubica como importantes para el bienestar subjetivo de la infancia son aquellos que remiten a su entorno cercano: la familia, la y la comunidad.

Una nota de cautela: la mayor parte de lo que sabemos sobre el bienestar subjetivo y la felicidad de niños y adolescentes proviene principalmente de países de ingresos altos (con excepción de iniciativas como Gallup), porque es ahí donde más información se recaba al respecto. Esta es una de las principales coclusiones del Reporte y una llamada de atención a las oficinas de estadística nacionales para recabar, con rigor y regularidad, información sobre el bienestar subjetivo de niñas, niños y adolescentes.

¿Qué nuevos resultados muestra el Reporte sobre el estado de la felicidad de la infancia y adolescencia en el mundo? Destaco tres de las tendencias globales que ahí se subrayan. En primer lugar, se confirma lo que otros estudios ya han concluido: la satisfacción con la vida es mayor entre los 15 y los 24 años, y a partir de los 25 años, la satisfacción inicia un proceso decreciente, aunque en algunos países se recupera después de los 60 años de edad. En segundo lugar, hasta 2019, se observaban tendencias mundiales positivas en los niveles de satisfacción vital de los adolescenes, pero la pandemia de Covid-19 truncó estas tendencias y en muchos países no han logrado recuperarse. Y en tercer lugar, el estudio indica que, hasta 2013, no se observaban diferencias de género importantes, pero a partir de 2014 las mujeres de entre 15 y 24 años empiezan a manifestar una mayor satisfacción vital que los hombres, aunque esta diferencia de género se ha reducido luego de la pandemia.

En el caso de México, el reporte señala que la satisfacción con la vida de las y los niños de 15 años, entre los años de 2015, 2018 y 2022 ha caído, pasando de 8.27/10 a 8.11 y 7.26, respectivamente. Es decir, entre 2015 y 2022 las y los adolescentes de 15 años de edad en México se han sentido menos satisfechos con su vida, menos felices, en una proporción de

casi 10%. En América Latina, México es el segundo país (solo después de Perú) con mayor descenso en satisfacción vital en esta población, en ese periodo.

En 2022, año más reciente con información disponible, la infancia mexicana de 15 años se ubica en quinto lugar en América Latina, ya que las infancias de Guatemala, República Dominicana, El Salvador, Costa Rica y Paraguay registran mayores niveles de satisfacción vital que México. Por debajo de nuestro país, con menores niveles de felicidad se encuentran Uruguay, Colombia, Brasil, Argentina, Chile y Perú.

Aunque la información es mucho menos reciente, de 2018, un de la OCDE recoge datos valiosos que ensanchan la visión del bienestar que experimentan los adolescentes en México. Una amplia mayoría (86%) de los adolescentes de 15 años afirma que su vida tiene significado y propósito, promedio significativamente superior al de la OCDE (69%). Sin embargo, solo 56% dice tener una alta satisfacción con su vida en general, pero aún muy superior al promedio de 34% de todas las naciones de la OCDE.

Nueve de cada 10 (89%) adolescentes mexicanos de 15 años considera que si se enfrentan a una situación difícil son capaces de encontrarle una solución (lo que se conoce como autoeficacia), dato muy similar al promedio de la OCDE (84%).

Sin embargo, un dato menos alentador que los anteriores y especialmente significativo, es que poco menos de la mitad (45%) de las y los adolescentes de 15 años afirma que la inteligencia es algo que no se puede cambiar (lo opuesto a lo que los especialistas llaman mentalidad de crecimiento o growth mindset), mientras que el promedio de la OCDE es muy superior, de 62%. En otras palabras, en 2018, la mitad de las y los chicos de 15 años considera que ser inteligente es una atributo fijo y por lo tanto, tendrían menos interés, motivación y quizá recursos individuales para mejorar su desempeño en actividades donde la inteligencia se considere un factor importante (es decir, en casi todas).

Conocer los niveles de satisfacción vital y bienestar subjetivo en la infancia es mucho más que una anécdota interesante; es información que, de suyo valiosa, abona también a comprender los obstáculos al capial humano y al desarrollo social. La infancia y la adolescencia son etapas vitales de gran relevancia y una oportunidad única para diseñar intervenciones que favorezcan un impacto positivo en la sociedad global.

Dice el escritor español Luis Landero que “la infancia es felicidad, la adolescencia amor y el resto literatura”. Con base en el análisis que ofrece el Reporte Mundial de la Felicidad de este año, sabemos que Landero tiene en parte razón, acaso porque nos ofrece una imagen de un anhelo colectivo en el que hay que seguir insistiendo y trabajando.

Roberto Castellanos

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

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