La hepatitis C, hasta hace poco incurable, es una enfermedad del hígado causada por el virus del mismo nombre que representa un problema de salud pública. Este virus puede causar infección, tanto aguda como crónica, cuya gravedad varía entre una dolencia leve que dura unas semanas y una enfermedad grave de por vida. Es la principal causa de cirrosis hepática y ha causado en la historia millones de muertes, millones de años de vida saludable perdidos y miles de millones de dólares a los sistemas de salud y a la economía en general, por sus efectos incapacitantes y mortíferos.

La gran noticia es que la ciencia médica y la investigación científica lograron que en 2014 se aprobara por la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos, la primer medicina que cura —ojo: no controla ni mantiene, que cura— la hepatitis C con un tratamiento corto y eficaz pero eso sí, muy caro, casi inalcanzable para la mayoría de los sistemas públicos de salud y de los ciudadanos de países de mediano y bajo ingreso. Esta medicina cuando salió al mercado en el 2014 se le conoció como la Million dollar pill (píldora del millón de dólares), toda vez que en el mercado privado ese fue su precio de inicio de venta en los Estados Unidos, lo que para México significaba dos grandes oportunidades.

Primero, que había que registrarla ante la Secretaría de Salud rápido para que el paciente mexicano no enfrentara ese precio y, segundo que el gran comprador público de medicamentos que es el IMSS, pudiera reducir el precio de la medicina con su gran poder de mercado, al plantearle a las empresas vendedoras un volumen de compra tal, que fuese posible para éstas reducir el precio de la medicina de millones de dólares a miles de pesos.

Afortunadamente ambas cosas sucedieron y México fue el primer país de América Latina en aprobar la cura de la hepatitis C, gracias al acuerdo de equivalencia que se tiene con la FDA, consistente en que este tipo de medicinas pueden ser registradas en tiempos acelerados. Con esto, lo primero que se logró fue que en el mercado privado mexicano el precio de la medicina fuese bajando sostenidamente ya que los laboratorios fijan sus precios conforme al poder adquisitivo per cápita en los países importadores, lo que le permite hoy a los mexicanos no asegurados adquirirla entre 70 y 80 mil dólares americanos.

Lo segundo era de gran relevancia para el sistema público en salud ya que representaba una gran oportunidad para el IMSS: poder curar por primera vez a pacientes con el virus mortal y literalmente salvarles la vida, en un periodo de 5 años, a todos sus derechohabientes infectados. Claramente el Instituto aprovechó su oportunidad y en el 2016 adquirió los primeros tratamientos con una gran ventaja, pagó 168 mil pesos por cada uno, en vez de un millón de dólares que fue el primer precio de venta en EU.

Gracias a esta intervención, hoy el IMSS ha aplicado ya más de 2,000 tratamientos, salvado el mismo número de vidas, ahorrando aproximadamente 230 millones de pesos al año, ya que no requiere seguir hospitalizando pacientes para tratarlos con los medicamentos paliativos que antes se utilizaban, mismos que en la mayoría de los casos solamente alargaban la agonía de los enfermos y costaban alrededor de 90% más. Además, de la mano del IMSS algunas otras instituciones del sector salud mexicano abrieron sus cuadros básicos para incluir la medicina.

Esta historia ilustra que la humanidad se encuentra frente a una nueva era en la medicina que seguirá ampliando su esperanza de vida, ya que estamos pasando de medicamentos paliativos a medicamentos curativos que tienen detrás muchos años de investigación y miles de millones de dólares de inversión. También nos ilustra que para los sistemas de salud es mucho más barato curar que tratar, por lo que la política de los gobiernos debe estar atenta en 3 cosas.

Primero, identificar y aprobar de manera ágil las medicinas que curan; segundo, buscar llegar a acuerdos que permitan precios públicos competitivos a cambio de volumen de pacientes, y tercero, privilegiar la investigación clínica para que estas nuevas medicinas curativas puedan alguna vez inventarse en México.


Excomisionado Cofepris y exdirector del IMSS

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