Esta vez el ataque dejó tres tropas estadounidenses muertas. Se trata, por tanto, no de una primera ocasión en que tropas estadounidenses son atacadas en la zona, pero sí del ataque más delicado desde el pasado 7 de octubre. Esto tiene que ver con el conflicto entre Hamás e Israel, pero no solo con ello. En estas notas conectamos los puntos:

1. Estados Unidos mantiene unas 2500 tropas en Irak y unas 900 tropas en Siria. Estas tropas fueron originalmente desplegadas hace algunos años para combatir a ISIS. Hay que recordar que, desde la época de Obama, Washington había ya replegado a sus tropas de esa región, pero éstas tuvieron que regresar tras el colapso de las fuerzas iraquíes para combatir a ISIS. No me meto más en esa historia, salvo mencionar que las tropas que quedan son el remanente de esa misión.

2. A lo largo de los últimos años, esas tropas, tanto en Siria como en Irak, han sido atacadas incontables veces por parte de las milicias proiraníes que operan en la región. Las Guardias Revolucionarias Iraníes y toda la red de milicias que han conformado, tienen el objetivo expreso de terminar con la presencia estadounidense de la zona, lo que ha resultado en muy distintos ataques y contraataques a lo largo de este período. El momento más álgido de estos combates fue diciembre del 2019 y enero del 2020, en el período de Trump. En esa ocasión, la escalada derivó en el asesinato del General Soleimani, el líder de las fuerzas Quds de las Guardias Revolucionarias y segundo hombre más poderoso de Irán, a manos de EU. En ese mismo operativo, Washington también asesinó al líder de Kataib Hezbollah, una milicia proiraní que opera en Irak (que es distinta al Hezbollah libanés). Estos asesinatos ocurrieron tras el aumento de la espiral de los enfrentamientos entre dichas milicias y tropas estadounidenses y acabaron en un ataque directo por parte de Irán en contra de una base que alojaba a tropas de EU. Trump eligió detener ahí la escalada.

3. No obstante, los ataques eventuales contra tropas estadounidenses en la zona continuaron. Y como respuesta, ya en la administración Biden, Washington ha bombardeado varias veces a estas milicias tanto en territorio iraquí como en territorio sirio.

4. La cuestión es que desde los ataques terroristas contra Israel el 7 de octubre del 23, las milicias proiraníes ubicadas en toda la región—desde Líbano hasta Yemen—se sumaron, si bien no a gran escala, a la defensa de sus aliadas en Gaza: Hamás y la Jihad Islámica. Además de atacar a Israel, parte de las medidas de solidaridad del eje proiraní ha consistido en incrementar los ataques en contra de las tropas estadounidenses estacionadas en Irak y en Siria.

5. Ese es el contexto en el que debemos ubicar el ataque de hace unos días. Éste tuvo lugar en la frontera entre Siria y Jordania en donde EU ocupa una serie de instalaciones que protegen su base de Al-Tanf en Siria. Washington sostiene que el ataque ocurrió del lado jordano de la frontera, aunque Jordania, esencialmente por factores políticos, declaró que el ataque ocurrió en el lado sirio. En todo caso, lo relevante es que tres tropas estadounidenses murieron, convirtiendo a éste en el ataque más letal contra EU desde el inicio de las hostilidades del 7 de octubre y, por tanto, el de mayor potencial de escalamiento desde entonces.

6. Este asunto rápidamente se convierte en un tema electoral en EU. Trump, inmediatamente declara que, si él hubiese sido presidente, nunca hubiese sucedido lo del 7 de octubre contra Israel, y ahora añade que nunca hubiesen muerto tropas estadounidenses en la zona. Así que, de un lado, Biden tiene la presión de ejercer una mayor respuesta contra las milicias proiraníes que en otros puntos de esta confrontación.

7. Pero, por otro lado, lo último que la Casa Blanca desea en un año electoral es involucrar a EU en un nuevo conflicto mayor en Medio Oriente. Es imposible olvidar que una amplísima mayoría del electorado estadounidense (lo que varía entre el 60 y 75% dependiendo de la encuesta y la época) se opone a que su país incremente la presencia militar en esa zona del mundo, o que libre una guerra adicional para proteger lo que es percibido como intereses de “otros”, un mensaje que Trump recoge y aprovecha constantemente. De hecho, esa es parte de la intención de Irán y sus aliados, meter esta presión adicional a Bidenpara que primero, haga lo que tenga que hacer para reducir y finalizar las operaciones de Israel en Gaza y de paso, elija replegarse cada vez más de Irak y de Siria (cosa que ya está siendo programada).

8. Ahora bien, a raíz del conflicto entre Israel y Hamás, y justo para evitar que Irán y sus aliados se involucren más de lo que hoy lo hacen, Biden ordenó un incremento de la presencia naval y militar estadounidense en la zona, pero el objetivo es esencialmente disuasivo. La probabilidad mayor es que por los aspectos políticos que señalo, Biden hará todo cuanto esté en sus manos por evitar una espiral que se salga de control. Como dije, el mismo Trump lo evitó cuando sus tropas fueron directamente atacadas por Irán en 2020. Ahora, los incentivos son incluso mayores con las elecciones encima.

9. Por tanto, debemos esperar quizás varios ataques de represalia por parte de EU, pero Washington probablemente intentará que la situación no escale al punto de involucrarle demasiado.

10. El riesgo es, obviamente, la posibilidad de que los golpes y contragolpes terminen en una espiral que se salga de las manos a causa de factores intencionales o no intencionales como accidentes o errores de cálculo por alguna de las partes.

11. Al final, todo regresa a la confrontación Israel-Hamás. Biden sabe que, si consigue desactivar ese conflicto, y si logra el apoyo de sus aliados árabes para una solución más estable y duradera que en el pasado, también se desactiva la presión inmediata sobre sus tropas en Irak y en Siria. Aunque la realidad es que pase lo que pase, Washington ya contempla un calendario para retirarlas.

Lo seguimos comentando.

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