“ISIS ha sido 100% derrotada”. Eso es lo que Trump dijo el miércoles. En estos tiempos de posverdad y de “hechos alternativos”, una afirmación así puede funcionar para explicar el abandono a sus aliados kurdos y el retiro estadounidense de Siria, a una audiencia a la que ese presidente había prometido “erradicar el terrorismo de la faz de la Tierra”. No obstante, al margen de lo que Trump quiera comunicar, y al margen de lo que su audiencia quiera escuchar, es indispensable entender primero, que a pesar de haberle causado importantes derrotas y de haberle arrebatado el territorio que la organización controlaba, ISIS está muy lejos de ser 100% eliminada; sus operaciones actuales en una veintena de países (Siria e Irak incluidos) son sangrientas evidencias que lo demuestran mes con mes; segundo, que la decisión de Trump de abandonar a sus aliados kurdos en Siria muy probablemente contribuirá a que ISIS recupere fuerzas ahí, en su centro operativo, y tercero, que más allá de lo que suceda con ISIS, el terrorismo no está siendo “erradicado de la faz de la Tierra” y, tanto la investigación como la experiencia, apuntan a que de mantener las estrategias actuales, no lo será, ni en la gestión de Trump ni en muchos años más.

Empecemos por considerar qué es lo que constituye a ISIS. En esencia, esa agrupación es una escisión de Al Qaeda, concretamente de su filial iraquí (AQI), la cual era un paraguas de grupos jihadistas. La rama mayor de Al Qaeda en Irak que mantuvo una cruenta guerra contra las tropas estadounidenses en ese país del 2004 al 2011, y que en esos años cometió cientos de atentados terroristas, se autonombró “Estado Islámico de Irak” (ISI) en 2006. Para el 2011, la agrupación contaba ya con menos de 900 combatientes, Washington declaraba la victoria, y emprendía la prometida retirada de Irak.

Sin embargo, justo por esas fechas estallaba la guerra en Siria. ISI, aún como parte de Al Qaeda, aprovechó el caos, cruzó a ese país, reclutó a miles de combatientes, añadió la última S a su nombre para ahora llamarse “Estado Islámico de Irak y Siria”, se alió con un sector de las élites militares de tiempos de Sadam Hussein, rompió con Al Qaeda, regresó a Irak para conquistar una tercera parte de ese país, y luego terminó por conquistar la mitad de Siria en medio del torbellino de la guerra.

Pero su ofensiva del 2013 al 2016 no terminó en esas conquistas territoriales. Además de ocupar territorio en la esfera de su centro operativo, ISIS arrebató a Al Qaeda el liderazgo de la jihad a nivel global, articuló una narrativa atractiva y ganadora que cautivó las mentes de decenas de miles de personas en muy distintos países del planeta, desarrolló estrategias de comunicación altamente eficaces que le permitieron irrumpir en las redes sociales y en internet para detectar potenciales reclutas, contribuir a su proceso de radicalización, invitarlos a viajar al “califato” que había establecido o bien, animarlos a cometer ataques locales en su nombre. Rápidamente, ISIS se convirtió en una especie de marca o franquicia que fue adoptada por diversas filiales (la mayor parte ex pertenecientes a la red de Al Qaeda), que ahora eran bautizadas como “provincias” del “Estado Islámico”.

Con lo anterior, la organización conformó un sistema que en su pico (2014-2015) contaba con: (a) un territorio, población, burocracia, recursos, economía y hasta su propia moneda, (b) un cuasi ejército compuesto por unos 40 a 50 mil combatientes diestros en tácticas de guerrilla pero también en estrategias de combate frontal, (c) una amplia red de células terroristas ubicada en Siria y en Irak, (d) una red de filiales o “provincias” ubicadas en diversos países desde Egipto hasta África Occidental, desde Afganistán hasta Filipinas, (e) una red aún más amplia de células de jihadistas ubicadas en muchos otros países, como aquellas que cometieron los atentados en Francia y en Bélgica en 2015 y 2016, (f) una red de reclutas virtuales adiestrados y dirigidos a distancia, como el atacante del desfile del Día de la Bastilla en Niza en 2016, y por último, (g) un número indeterminado de seguidores no afiliados formalmente a la organización, muchos de los cuales cometieron decenas de atentados desde Orlando y San Bernardino en EEUU, hasta Europa y África, actuando siempre a nombre de la organización.

De todo ese sistema, ¿qué es lo que ha sido abatido y qué es lo que queda?

En efecto, su centro operativo en Siria e Irak, se encuentra muy disminuido. Gracias a la coalición aérea formada por Estados Unidos y sus aliados, además de los bombardeos de Rusia, así como al combate terrestre llevado a cabo por los ejércitos de Irak y de Siria, de las milicias chiítas respaldadas por Irán, y de las milicias kurdas financiadas y entrenadas por Washington, ISIS perdió todo el territorio que controlaba, situación que finalizó con su etapa de pseudo estado y de ejército invasor. Con ello, ISIS perdió sus rutas de abasto de recursos, mercancía y combatientes, perdió la mayor parte de sus capacidades para emplear redes de tráfico de personas, productos ilícitos, combustibles y otros artículos. Todo eso, por supuesto redujo su poder económico, político y militar de manera notable. Además, muchas de sus células, en países como los europeos, fueron desmanteladas por servicios de inteligencia que fueron aprendiendo de sus fallas previas.

Dicho lo anterior, la organización conserva, según el Pentágono, unos 18 mil combatientes activos solo entre Siria e Irak. Otras fuentes, incluso, señalan que la agrupación mantiene de 20 a 30 mil combatientes que operan en la clandestinidad. Esto le sigue permitiendo llevar a cabo gran cantidad de ataques terroristas en esos dos países.

Pero, además, ISIS conserva filiales y varias células ubicadas en muy diversos sitios, ahora alimentadas por cientos de combatientes que tuvieron que huir de Sira y de Irak. Solo revise usted los atentados cometidos en los últimos días por las filiales de ISIS en Nigeria o en Afganistán—en donde, la semana pasada, un ataque de esa agrupación terminó con la vida de 73 personas—para que entienda a lo que me refiero. Lo anterior ha resultado en que, a pesar de que la actividad de esta red ha disminuido considerablemente en los últimos años, sus operaciones se mantienen en al menos una veintena de países, en donde se siguen perpetrando atentados y en donde permanecen, de manera durmiente, un número indeterminado de atacantes que están esperando mejores momentos para seguir su lucha.

Ahora bien, fuera de lo que ocurra con las filiales y células de ISIS en todos esos otros países, gracias al retiro estadounidense de Siria, así como a los conflictos armados que ello ha detonado de manera inmediata, se abre una enorme esfera de oportunidad para ISIS en su mismo centro operativo. Según reportes, cientos, si no es que miles de miembros de ISIS que estaban presos en la zona, han sido ya liberados, Las milicias kurdas están ocupadas defendiéndose de Turquía. Los turcos están ocupados atacando a los kurdos. Los rusos están ocupados llenando el vacío estadounidense y atendiendo sus funciones de “nuevo Sheriff del pueblo” en una zona de Siria en la que anteriormente no tenían presencia. Y Trump está ocupado justificando su decisión al interior de su país. Este caos es el mejor alimento para las organizaciones terroristas, las cuales normalmente aprovechan las circunstancias para salir de las coladeras en donde se encuentran ocultas, tomar posiciones de manera abierta o encubierta, e intentar vengar las derrotas que les han sido infligidas los últimos años.

No. ISIS no ha sido 100% derrotada y parte del problema tiene que ver justamente con una débil comprensión de los factores que favorecen el resurgimiento de las agrupaciones terroristas que han sido mermadas, pero no liquidadas. Hay mucha investigación que ha logrado aislar los factores motores del terrorismo en distintas partes del globo, pero hay que leerla y entenderla bien. Mientras tanto, una pista: lo que está ocurriendo en Siria en estos precisos momentos—es decir la inestabilidad y el conflicto armado—componen el mayor de esos motores en el 99% de los casos en la última década. A la inversa, mitigar el terrorismo supone condiciones de construcción de paz desde la raíz, justo lo que no está ocurriendo en esa zona del mundo.

Analista internacional. @maurimm

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