Los resultados de PISA 2022 resultaron desastrosos para México. La mayoría de nuestros estudiantes se ubican en los niveles más bajos de desempeño: 66 % en matemáticas y 47% en lectura, sólo el 0.2% alcanza los niveles más altos en matemáticas y el 0.6% lo logra en lectura. Ante esto, el presidente la descalificó por tratarse de una prueba “neoliberal”. PISA presenta una evaluación importante y el presidente se equivoca al desdeñarla. Pero me gustaría hacer hincapié en otro punto porque me parece que el presidente ha usado tanto el término “neoliberal” que lo ha vaciado de contenido. Hoy parece no significar nada. Sin embargo, el neoliberalismo es cosa seria y sí ha influido en cómo concebimos la educación. Una cosa es decir que PISA no es neoliberal y otra, muy distinta, es alertar sobre los vicios que ha traído el neoliberalismo a la educación. Veamos.

Empecemos por lo primero. El neoliberalismo existe. Es un proyecto ideológico, económico y político, producto de intereses concretos. Quienes lo diseñaron tenían claro lo que querían: privilegiar las libertades económicas sobre las políticas, situar al mercado sobre el Estado. En 1938 un grupo de filósofos, economistas y empresarios se reunieron en Francia y propusieron un plan ideológico, es decir, una forma de ver el mundo y concebir lo humano, que tardaría cuarenta años en florecer. Cuando por fin lo hizo, se apropió de todo, incluyendo eso que definía Ortega y Gasset como el sistema de creencias, nuestro sentido común. En los ochenta se instaló como plan de gobierno en Inglaterra, con Thatcher, y en Estados Unidos, con Reagan.

Por supuesto que el neoliberalismo ha intentado permear y cooptar la educación. Rodolfo Vázquez lo expresa de forma magistral: “para el neoliberalismo la institución de mercado es algo bueno per se: es un procesador de información que, a partir del sistema de precios y de un ejercicio competitivo, permite determinar con eficiencia qué, cuánto y cómo producir los bienes que demandan los consumidores”. Así, continúa Vázquez, “el mercado se vuelve un fetiche que, en su propio dinamismo, en la medida en que se minimicen los factores de distorsión, producirá las bondades requeridas para cualquier sociedad medianamente decente”.

Si esto lo trasladamos al ámbito educativo, ponemos al estudiante al servicio del mercado. El proceso educativo se ve como una extensión de su propia dinámica en donde “hay consumidores racionales” a quienes se les debe dotar de las competencias y capacidades para reproducir el proceso económico. El resultado de esta perspectiva es brutal: cualquier competencia que salga de las métricas del mercado debe ser desdeñada. Las humanidades y las ciencias sociales son un ejemplo. ¿Cuál es el punto de aprender a apreciar poesía o literatura, si el mercado sólo premia las competencias ingenieriles? Desde el punto de vista mercantil, ninguna: es preferible un par de botas a todo Shakespeare.

El problema es que los individuos que arroja el sistema neoliberal son hechos a su imagen y semejanza: egoístas, hiperindividualistas, preocupados más por la eficiencia que por la justicia, más por los precios de las cosas que por su valor. Además, un sistema educativo de esta índole abandona uno de los objetivos más importante desde una educación liberal (sin el neo): “formar buenos ciudadanos”. Es decir, personas que sepan algo de su comunidad, de su historia; conscientes de sus derechos y deberes hacia los demás. Porque debemos tener muy claro que la capacidad de empatía no florece espontáneamente, sino que se forja a través de una educación integral que incorpora “ese sentido unificador de las ciencias sociales” para darnos una idea de la complejidad de la naturaleza humana.

En suma, PISA no es neoliberal, pero muchas notas de nuestros sistemas educativos sí lo son.

Abogado y analista político

X: @MartinVivanco

 Datos obtenidos en Andere, Eduardo, “Llegó PISA 2022”, Nexos, 8 de diciembre de 2023, disponible en:   Reporte general en: PISA 2022: OECD (2023), , PISA, OECD Publishing, Paris, pp. 316 Tabla I.B1.3.1 y 318 Tabla I.B1.3.2

Ver Escalante Gonzalbo, Fernando, Historia mínima del neoliberalismo, pp. 27-29.

 Atienza, Manuel, “Entrevista a Rodolfo Vázquez”, Isonomía, núm. 45, octubre 2016, p. 200.

 Ver Atienza, Manuel, “Entrevista a Rodolfo Vázquez”, Isonomía, núm. 45, octubre 2016, p. 201.

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