De Rosa fue la Marcha de ayer. Fue un gesto de dignidad de cientos de miles de ciudadanos que decidimos manifestarnos para hablar de nuestra seguridad, de nuestra vida, de la verdad tan escasa en el gobierno y de la libertad que se nos quería restringir.

Quizá uno de los grandes valores que se defendieron ayer fue el de la libertad.

Los ataques han sido contantes: más de cinco años escuchando a un presidente insultando y odiando, señalando a las y los ciudadanos por el solo hecho de opinar distinto. Pero nos fuimos cansando y fuimos despertando. Por eso la marcha de ayer fue majestuosa y previsible.

La Marcha fue convocada para el domingo 19 y Morena y sus medios empezaron a denigrarla y a confundir, pero nos sostuvimos. La semana que inició el 13 de mayo fue una semana de denostación a la marcha.

Pero ya hay una ciudadanía que ha despertado. Pidió pacíficamente la presencia de la Bandera de México en el Zócalo, como lo marca la ley. Hasta un amparo concedido hubo. En redes empezamos a reclamar y Xóchitl le pidió particularmente al presidente de México que la bandera se elevara. Personalmente en la red social X pedí que viéramos la bandera en el Zócalo que era de todos y de todas. Lo cierto es que ya nos estábamos organizando para llevar muchas banderas. El presidente en un acto de poder dijo que ya había dicho que sí se la iba a mandar izar, como si no se tratara de un simple cumplimiento de ley.

Eran como las 8:30 am. Ya estaba en el Zócalo. Y de pronto avisaron que se iba a levantar la bandera de México en el Zócalo. Fue emocionante. Sí, me salieron las lágrimas. Ya había visto el Zócalo sin bandera y hoy se levantaba. Pero no sólo levantaron la bandera sino un viento —extraño en estas épocas— logró que la bandera se desplegara. Ahí estábamos todos, sabíamos que era nuestra, no sólo nuestra; sabíamos que ahí cabíamos todos y al final reconocíamos con emoción el por qué estábamos ahí: por México.

Desde luego mi reconocimiento a quienes trabajaron la marea rosa. Quienes decidimos apoyarlos nos congratulamos en haberlo hecho. Todo fue creciendo, culminaron con esa marcha. Fue y será emocionante.

El Zócalo se llenó. Y con él más de 70 ciudades. Hay un México que ha despertado.

Pero no sólo fue emociones, sino que había contenido en el evento porque los discursos —tanto de Santiago Taboada como el de Xóchitl Gálvez— dieron luz sobre sus propuestas. Estos dos discursos los recomiendo por su contenido democrático, por el humanismo impregnado y por el patriotismo integrado

Podríamos llamarle la marcha de la dignidad. Era emocionante ver los ríos de mexicanos convencidos caminando hacia la plaza, venciendo obstáculos. No sólo negaban permisos, sino se volvieron —ahora sí— respetuosos con quienes se quedaron en la plaza a protestar y decidieron no moverse. Se izó la bandera, pero el presidente de México, fundador de Morena, acusó a sus propios gobernados de ser “traidores a la Patria” por el solo hecho de pensar distinto y querer manifestarse. Se declaró doble contingencia y se cerraron las calles para que la gente caminara todavía más. Pero ahí estuvimos.

Ahí vamos: devolviéndole dignidad a la política. Falta participar el 2 de junio, falta votar. ¡Viva México!

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