"Aprender del pasado sin quedar atrapado en él, vivir el presente con pasión e innovación y forjar el futuro con visión y valentía", escribió Peter Drucker, conocido como el padre de la administración moderna. Este pensamiento es un faro que guía no sólo a las organizaciones, sino también a las naciones en el desafío de navegar hacia un futuro incierto. México se encuentra en este punto de inflexión, buscando una brújula de liderazgo que lo conduzca a un mañana de prosperidad y crecimiento. El liderazgo en cualquier contexto no es una tarea fácil. Es una mezcla de ciencia y arte que requiere un equilibrio entre la visión de futuro y la atención a las realidades presentes. Es un llamado a la inspiración y la acción que necesita una estrategia sólida y una ejecución impecable. En tiempos de elegir candidatos, quizá valga la pena explorar las características cruciales del liderazgo y cómo estas habilidades pueden marcar la diferencia en la transformación y el éxito de un país como México.

Probablemente lo más importante en un líder es la visión estratégica: la capacidad de un líder para visualizar el futuro y trazar un camino hacia él. No es una mera declaración de deseos o una imagen idealizada, sino un retrato claro y convincente de un futuro posible que sea a la vez ambicioso y alcanzable. Una visión estratégica eficaz proporciona dirección, alinea los esfuerzos y energías del equipo y construye un sentido de propósito compartido. Esto es posible y marca una notable diferencia en los destinos de un país, como lo demostró Lee Kuan Yew, el primer Primer Ministro de Singapur, quien lideró a su país desde su independencia en 1965 hasta 1990. En una época en que Singapur era un pequeño país sin recursos naturales significativos y una economía débil, Yew tenía una visión estratégica: transformar a Singapur en un centro global de comercio y finanzas. Logró un giro para que la educación se centrara en las habilidades y competencias necesarias para una economía moderna, invirtió en infraestructura, implementó políticas económicas que atrajeron inversión extranjera y estableció altos estándares de eficiencia y transparencia en la administración pública. Su visión estratégica transformó Singapur, que pasó de ser un país en desarrollo a uno de los países más ricos y prósperos del mundo. En el contexto de México, una visión estratégica sólida puede ser un faro en el camino hacia la transformación. México es un país rico en recursos naturales y humanos, con una ubicación geográfica inmejorable y una economía diversificada. Sin embargo, enfrenta desafíos significativos en términos de desigualdad, corrupción, violencia y bajo rendimiento educativo. Necesitamos líderes que puedan visualizar un futuro donde estos desafíos se aborden de manera efectiva y trazar un camino hacia ese futuro.

Otra característica indispensable es la resiliencia. El liderazgo efectivo no se trata sólo de visiones estratégicas y planes efectivos; se trata también de la capacidad para resistir, adaptarse y perseverar en tiempos de adversidad. Nelson Mandela es un ejemplo brillante de resilencia, uno de los líderes más venerados del mundo. Pasó 27 años en prisión por luchar contra el sistema de apartheid en Sudáfrica. Pero incluso en las condiciones más duras, Mandela no cedió en sus ideales de igualdad y justicia. Cuando fue liberado y finalmente se convirtió en el presidente de Sudáfrica, en lugar de buscar represalias, enfocó su energía en unir a su país. La historia de Mandela tiene lecciones importantes para nuestro país. A medida que México lucha contra los desafíos de la corrupción, la violencia y la desigualdad, necesita líderes resilientes que puedan mantenerse firmes en la adversidad, adaptarse a las cambiantes circunstancias y seguir luchando por un mejor futuro para todos los mexicanos.

El liderazgo también requiere la capacidad para innovar y fomentar el cambio. Las circunstancias cambian, las sociedades evolucionan, y los líderes deben estar dispuestos a explorar nuevas ideas y formas de hacer las cosas para mantenerse al día con estos cambios. Nos encontramos en un momento en el que esta capacidad para innovar y cambiar es indispensable. Enfrentamos una serie de desafíos profundos y arraigados, desde la desigualdad y la corrupción hasta la violencia y el bajo rendimiento educativo. Estos problemas no se resolverán simplemente con más de lo mismo. Necesitamos nuevas ideas, enfoques creativos y una voluntad de cambiar.

Otra de las habilidades más valiosas en un líder, es la capacidad de colaborar y construir consensos. En lugar de imponer sus ideas o decisiones, los líderes efectivos buscan la participación de otros, valoran las opiniones y perspectivas diferentes y trabajan para encontrar soluciones que satisfagan a todas las partes interesadas. Angela Merkel, la canciller alemana durante casi dos décadas, es un ejemplo sobresaliente de este tipo de liderazgo. Durante su mandato, Merkel se enfrentó a numerosos desafíos, desde la crisis financiera mundial hasta la crisis migratoria en Europa. Sin embargo, a lo largo de estas crisis, Merkel fue capaz de mantener a Alemania unida y fuerte, en gran parte debido a su habilidad para la colaboración y la construcción de consensos. Ella se ganó el respeto de propios y extraños por su enfoque equilibrado, su habilidad para escuchar y su voluntad de tomar decisiones difíciles cuando era necesario. México necesita líderes que puedan fomentar la colaboración y la construcción de consensos, que puedan unir a las diversas partes del país en torno a una visión compartida del futuro.

Finalmente, pero no menos importante, la ética y la transparencia son componentes vitales del liderazgo efectivo. Los líderes deben estar dispuestos a actuar con integridad, ser responsables de sus acciones y ser transparentes en sus decisiones y políticas. La necesidad de ética y transparencia en el liderazgo es especialmente pertinente para México, donde la corrupción ha sido una constante preocupación. México necesita líderes que actúen con integridad, que sean transparentes en sus decisiones y que rindan cuentas por sus acciones.

En resumen, un liderazgo efectivo es el motor clave para llevar a un país hacia adelante. No se trata de un único atributo, sino de una combinación de características que mezcladas y en conjunto movilizan a las personas para lograr una visión ambiciosa. En el caso de México, la necesidad de este tipo de liderazgo nunca ha sido más urgente. Ser buen líder, como señaló Peter Drucker, es una mezcla de ciencia y arte. Es una disciplina que requiere aprendizaje y práctica, pero también es una pasión que requiere valentía y compromiso. Y es en este desafío, en este llamado a liderar, donde México puede encontrar su camino hacia un futuro de prosperidad y crecimiento.

*@LuisEDuran2, Presidente del Comité de Difusión de la COPARMEX

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