Imagino la sesión del war room: desbordados de arrogancia, sintiéndose grandes estrategas, fingiendo indignación frente a la “corrupta” candidata de la oposición. ¿Cómo podría Xóchitl ser presidenta así?, no, no, no, ¿con qué calidad moral se atrevió a develar el escándalo de la casa gris?, ¿con qué cara le hizo pasar esos corajes al presidente?, ¡vamos a devolver el golpe!, ¿cómo le ponemos?, ¡la casa del moche!, sí, sí, sí, y ahora vamos a decirle ¡Móchitl!, para que le duela, para que aprenda la cabrona.

Y luego, la ensoñación, el orgasmo de las chaquetas mentales, ¡imagínate, wey!, pinche manifestación del pueblo mientras le demolemos la casa en Las Lomas, pinches fifís, que nos tengan pavor, el pueblo unido a grito pelado y Xóchitl arrinconada, sin casa, por corrupta, por quererse chingar al buen José Ramón, nos la va a pagar, nos la vamos a chingar… (Termina mi malsano ejercicio de imaginación).

Dicen que la soberbia no es sólo un pecado capital, sino también el más peligroso de los errores políticos. El denunciante de la “casa del moche”, Víctor Hugo Romo, es un claro ejemplo.

En 2012, Miguel Ángel Mancera arrasó en las elecciones capitalinas, obtuvo más del 63% de la votación, quince puntos más que Sheinbaum en 2018. Entonces la Ciudad de México era amarilla, perredista, de una izquierda moderada y de vanguardia que premiaba la gestión de Marcelo Ebrard con millones de votos.

Víctor Hugo Romo fue uno de los beneficiados por esos votos y arrebató la Delegación Miguel Hidalgo al PAN que la había gobernado por más de una década. Romo fue un delegado estridente, siempre camaleónico, acomodaticio a la corriente política que se viviera y pronto pagó el precio: 3 años después, en 2015, su gestión era castigada y el PAN recuperaba la Delegación con Xóchitl Gálvez, que se convertiría en su gran némesis.

En el 2018 se repitió el fenómeno de la cargada por la izquierda en las urnas, ahora con el maremoto lopezobradorista en el país. De nueva cuenta, Víctor Hugo Romo llegó a la Alcaldía Miguel Hidalgo, aunque no pudo reelegirse y terminó siendo expulsado por el voto popular en 2021, con más de 14 puntos de diferencia, por Mauricio Tabe, del PAN.

Derrotado y sin un nombramiento oficial, Romo terminó encontrando refugio en el equipo de Claudia Sheinbaum para la construcción de su candidatura presidencial. Muy a su pesar se mantuvo en bajo perfil por los últimos dos años, aunque hoy llegó su oportunidad de reflector, de nuevo contra Xóchitl Gálvez, pero con una gran diferencia: él como porrista y ella como candidata presidencial.

De acuerdo a un video presentado por Romo, la casa de Xóchitl Gálvez habría sido construida bajo tráfico de influencias y sin autorización de los usos de suelo correspondientes, aunque fue durante las gestiones del mismo Romo que eso pudo haberse denunciado y, en dado caso, sancionado.

Gálvez, por su parte, ha señalado que todo el tema de su casa está en regla pero que, al tratarse de cuestiones privadas, se limitará a responder únicamente frente a la autoridad si es requerida.

Ayer, el partido Morena en la capital del país, exigió la demolición de las casas de Xóchitl Gálvez y sus vecinos, sí, tal cual, ¡la destrucción de las casas!

Para el equipo de choque de Sheinbaum la idea es genial, pues le sumará negativos a la candidata, aunque es probable que el efecto boomerang les reviente en la cara en unos días más… En fin, la soberbia.

De Colofón.- Víctor Hugo Romo puede estar escupiendo para arriba, si se trata de construcciones ilegales y negocios turbios. No habrá que levantar demasiado la alfombra en Miguel Hidalgo, a ver si pronto no terminan cambiando de golpeador en el equipo de la puntera.

Y todavía faltan ¡8 meses y 18 días! para la elección.

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