A medida que se desarrollan tecnologías intrusivas, especialmente aquellas que pertenecen al campo de las neurociencias, resulta cada vez más importante garantizar que éstas, plausibles por sus beneficios potenciales, no se utilicen para violar los derechos humanos de las personas.

Es muy común escuchar a especialistas, no sólo de las Ciencias Naturales, sino también de las Ciencias Sociales, hablar de los neuroderechos, definidos de manera sencilla como los derechos humanos que se refieren a la protección de la privacidad, la integridad y la autonomía del cerebro y la mente.

En los últimos años, se han producido algunos avances importantes en la regulación de los neuroderechos a nivel regional e internacional. En 2023, la Organización de los Estados Americanos (OEA) aprobó la Declaración de Principios interamericanos en materia de neurociencias, neurotecnologías y derechos humanos “[…] para que las personas pueden aprovechar con plenitud las ventajas y beneficios de los avances científicos y sus aplicaciones en el campo de la neurociencia y desarrollo de las neurotecnologías [teniendo] la seguridad de que no habrá menoscabo de sus derechos humanos […]”.

Cabe precisar que muchas personas argumentan que no es necesario regular los neuroderechos de manera específica, pues ciertos derechos humanos, como a la protección de datos personales, a la integridad personal y a la igualdad, ya brindan suficiente protección para las personas en relación con las neurotecnologías.

No obstante, la regulación de los neuroderechos es importante por varias razones. En primer lugar, ayuda a proteger la privacidad de las personas. La información obtenida a través de la monitorización de la actividad cerebral puede ser extremadamente personal e íntima, y puede proporcionar información valiosa sobre los pensamientos, sentimientos y comportamientos de una persona. Sin una protección adecuada, existe el riesgo de que esta información se utilice para influir en su comportamiento, invadir su privacidad o vulnerar su autonomía.

En segundo lugar, la regulación de los neuroderechos ayuda a proteger la integridad mental de las personas. Las neurotecnologías tienen el potencial de alterar la actividad cerebral de maneras que aún no se comprenden completamente. Es importante establecer límites claros sobre cómo se pueden utilizar estas tecnologías para evitar que se utilicen con fines de manipulación y control sin el consentimiento respectivo.

En tercer lugar, la regulación de los neuroderechos ayuda a garantizar la equidad en el acceso a las neurotecnologías. Estas tecnologías tienen el potencial de mejorar la calidad de vida de las personas, pero es importante garantizar que sean accesibles para todas, independientemente de su situación socioeconómica.

En el caso específico de México, los neuroderechos todavía no están regulados de manera específica. Sin embargo, existen diferentes iniciativas que se están discutiendo a nivel legislativo y con diferentes sectores interesados, para avanzar en su reconocimiento y protección.

El INAI, con ánimo de contribuir en las discusiones sobre la materia, decidió que el tema central del evento para conmemorar el Día Internacional de Protección de Datos Personales, que se llevará a cabo el próximo 29 de enero en las instalaciones del Instituto sea “Resguardando la Mente: Neuroderechos y Datos Personales en la Era Digital”.

Comisionada del INAI.

@JosefinaRomanV

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