De acuerdo con las encuestas de casas reconocidas, incluyendo la publicada en noviembre en EL UNIVERSAL, Clara Brugada dobla en preferencias a Santiago Taboada, rumbo a la contienda por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Esta ventaja en las encuestas es frecuentemente interpretada como una mera continuidad de los gobiernos de izquierda en la capital. Sin embargo, esta lectura omite los muy diversos contextos en que fueron electos cada jefe o jefa de gobierno (primero los surgidos del PRD y luego de Morena) y lo que su elección significó para el rumbo que fue tomando la izquierda en los tiempos subsecuentes.

La llegada de Cuauhtémoc Cárdenas a la jefatura de gobierno fue un paso definitivo para que la izquierda tuviera un lugar no presencial sino preponderante como opción de gobierno y como alternativa al neoliberalismo que se operacionalizaba desde la presidencia. Así, la ciudad se volvió también la capital de la resistencia política.

Andrés Manuel López Obrador cimbró el terreno de la política y de las políticas desde la ciudad con su visión de colocar a los pobres en el centro no solo del discurso político sino de las acciones de gobierno, justo al mismo tiempo que en la presidencia se encumbraba la derecha empresarial y la élite conservadora. AMLO sembró en la capital la semilla de una forma de hacer política que se vive hoy en el contexto nacional, con sus atinos y desatinos.

Con Marcelo Ebrard la ciudad se consolidó como baluarte de las libertades y los derechos sociales. La apertura en la ciudad para dar cauce a demandas históricas sobre el aborto y las uniones entre personas del mismo sexo fueron fundamentales para que hoy esas mismas demandas estén consolidándose en la mayoría de los estados del país. El desempeño de Ebrard al frente de la ciudad combinó una administración eficiente con una vocación genuinamente progresista, lo que abrió la puerta para que Miguel Ángel Mancera, un funcionario competente del gobierno saliente, se convirtiera en jefe de gobierno.

Pero la salida de AMLO y la gran mayoría de los referentes de la izquierda del PRD fue sentida por el gobierno perredista de la capital. El gobierno de la ciudad desdibujó su vocación de izquierda y el PRD fue castigado por los votantes en 2018. En medio del tsunami de la 4T, Claudia Sheinbaum enfrentó eficazmente un deterioro de la seguridad pública, al tiempo que priorizó lo que la izquierda puede hacer por la gente en los tiempos que vivimos, como la democratización de la conectividad, la universalización de las becas para la educación básica o la inversión en transporte para reducir desigualdades.

Por eso el contexto es importante. Alrededor del mundo avanzan al mismo tiempo populistas de derecha, anarcocapitalistas y movimientos que no ocultan sus fundamentos racistas y xenófobos. Los migrantes siguen huyendo de destinos fatales en sus países de origen y no tiene más remedio que asentarse en territorios que les son hostiles y les dan la espalda. El cambio climático ha exacerbado nuestra crisis de acceso al agua. Y las ciudades se vuelven cada vez más caras, desplazando a sus habitantes originarios y sin mucho que ofrecer para los más jóvenes y los más viejos. Son los retos de la mayoría de las ciudades del mundo, incluyendo la Ciudad de México.

Si AMLO cumple con su anunciado retiro de la política al dejar la presidencia, el movimiento que encabeza se reconfigurará alrededor de las y los líderes que puedan no solo hacer buenos gobiernos, sino que puedan también hacerle frente a la derecha, debatiendo abiertamente y rechazando sus discursos. La Ciudad de México es el dique para evitar el avance de la derecha y la historia reciente demuestra que el liderazgo que se ejerce desde la capital es clave para dibujar las alternativas.

Es cierto que las personas estarán al pendiente de cuál será la ruta que Clara Brugada ofrece para la ciudad en 2024 en términos de políticas y programas. Clara Brugada ha esbozado ya parte de su visión para el futuro de la ciudad, como la conformación de un sistema de cuidados y la construcción de espacios públicos para el ejercicio efectivo de derechos.

Sin embargo, también es cierto que la izquierda requiere un reacomodo en su mística y en su capacidad para transmitir un sentido de esperanza. La izquierda también ha sido el espacio donde cabe lo cursi y lo romántico como una manera de imaginar lo que no es, pero que puede ser. Clara Brugada ha elegido la palabra utopía como parte central de su discurso. Pocas palabras serían tan apropiadas para describir el tamaño del encargo que Clara Brugada tiene al asumirse como líder de la izquierda en la ciudad.

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