“Era varón oaxaqueño el héroe que les presento/ No entretengo sus pisadas, nomás les robo un momento/ Voy a referir la historia de un varón infortunado, que de prisión en prisión siempre vivió marginado/ Apegado a los humildes, de apelativo Magón/ los pobres lo train adentro, hablando en su corazón/ no se le arrugó el pellejo ni se doblaron sus huesos/ vivió como libertario, murió como los buenos…”

De esta manera, el gran orador mexicano José Muñoz Cota, hace referencia en el primer texto de su libro de corridos a Ricardo Flores Magón, de ediciones electrónicas “el cráneo de cristal (2011)”, tratando de rememorar la historia de uno de los grandes héroes de la revolución mexicana, político, periodista, activista, orador y escritor que vivió bajo la sombra de la censura y la persecución, pero siempre firme en su idea de que no vale la pena tumbar a un tirano, si se impondrá a otro igual.

Nacido en el estado de Oaxaca, Flores Magón, hijo de padres indígenas que vivieron el proceso de formación de nuestro país, desde la participación de su padre en la guerra contra los franceses y hasta las interminables menciones que se hacen sobre los hermanos Flores Magón o su diario Regeneración en la actualidad, anarquista y rebelde que dio sentido ideológico a gran parte de nuestra revolución, dando la cara por los desprotegidos y siendo siempre ejemplo de lealtad y compromiso.

Era un joven de solo 18 años, pequeño estudiante universitario que, en 1892, tras el anuncio de una nueva reelección de Porfirio Díaz, quien llevaba dieciséis años en el poder, tal vez atrapado por la rabia de una nación que fingía vivir bien mientras explotaba a sus pobladores, Ricardo decidió ser parte de los ciudadanos que no soportarían vivir de adulaciones al monarca que olvidó que había una constitución y violentó los principios de laicidad y justicia del estado mexicano. “Los estudiantes señores, /según piensa mi memoria/ el año noventa y dos, pellizcaron la gloria”.

Porfirio tenía una deuda de sangre muy grande con la población, “las frentes de los viandantes tropezaban en la noche con los pies hediondos y helados de los colgados en los árboles de los caminos,” describe Ahuanda en su texto “la primera revuelta estudiantil en México”, misma en que Ricardo Flores Magón participó codo a codo con sus compañeros, tomando el palacio de minería y siendo determinante, pues antes de él, nadie se atrevía a hablar.

Sus dotes de orador le llevaron a la cárcel, suave madre de piedra que le abrasaría a lo largo de su vida para retenerlo, pues sus alas libertarias eran muy grandes para dejar que con su verborragia anarquista hiciera pensar a un pueblo atado a la ignorancia.

Ricardo, el llamado “Águila Ciega” debido a su prematura pérdida de la visión y su afán de libertad, había formado su ideal bajo el pensamiento anarquista de Bakunin, Proudon, Emma Goldman y Kroptkin, entendiendo que este no es como algunos creen, el desorden o la falta de instituciones o seguridad, el anarquismo en su fuente filosófica, es la utopía de una sociedad bien formada y bien informada, que no necesita de instituciones o grupos de poder que le digan que hacer, por eso no valía la pena quitar a un tirano para poner otro, debían liberar al pueblo incluso de sí mismo, para evitar que se viera como José Arcadio, ya sin cadenas, pero atado al árbol del pueblo.

“Hay cielo azul de Oaxaca, Oaxaca de mis quereres/ la paloma oaxaqueña cuando no es libre se muere/ palomita cantadora, de Teotitlan del Camino/ empréstame tus alitas, pa´ llegar a mi destino/ a Ricardo las montañas lo enseñaron a ser juerte/ le tatuaron en el pecho, la libertad o la muerte/Nació un águila altanera cuando Ricardo nació/ volaron juntos, volaron, vuelo que nunca acabó (Muñoz Cota) …”

Con la firme intención de lograr llegar a los espacios y recovecos donde su voz no alcanza a resonar y poder transmitir el sentir de las personas y los motivos de su lucha, fundó el diario Regeneración, que incluso desde el exilio, encarcelado en los Estados Unidos, escribiendo con letra milimétrica para ahorrar papel y forzando la poca vista, sumido en un calabozo, el poeta de las cárceles escribía sus arengas en contra del gobierno déspota que otros defendían.

La influencia del diario regeneración se muestra claramente al promover y defender las rebeliones de Acayucan, Cananea y Río Blanco, donde a pesar de las prohibiciones, los empleados protestaban por mejores condiciones de trabajo, por el respeto de sus derechos laborales, desde Sonora hasta Veracruz, llevando el grito de los mudos, Ricardo Flores Magón no paró nunca el verbo con el que había nacido: “¿Quiere la paz la burguesía? Que se convierta en clase trabajadora, ¿Quiere la paz la burguesía? Que tome la pala y el azadón…”

La fuerza de sus palabras, el espíritu de libertad que le envolvía y contagió a otros, inspirando a personajes como John Keneth Turner, a buscar la esclavitud que Porfirio escondía y describirla en su “México Bárbaro” donde decía: No sorprende que en este país estalle una revolución, sorprende que aún no inicie.

Esto lo llevó a convertirse en un eterno residente de las cárceles, que incluso después de la revolución entendió que debía seguir luchando, porque el pueblo aun no era libre, porque de maneras distintas, pero igualmente crueles, se vivía oprimido. Aunque algunos le ofrecieron pensiones, Flores Magón las rechazó, incluso en una carta Nicolás T. Bernal le ofreció interceder por su liberación si se disculpaba de sus ideas anarquistas.

Su respuesta fue contundente: “Esto sella mi destino; cegaré, me pudriré y moriré dentro de estas horrendas paredes que me separan del resto del mundo, porque no voy a pedir perdón…pedir perdón significa que estoy arrepentido… significa que abdico, y yo no me retracto, afirmo que, si la especie humana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad y libertad, y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo…”

El 21 de noviembre de 1922, el poeta de las cárceles, el águila ciega, el de la camisa de piedra, murió.

“Cuando muera mis amigos quizá escriban en mi tumba: aquí yace un soñador, mis enemigos pondrán: aquí yace un loco. Pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: aquí yace un cobarde que traicionó sus ideales”.

Ricardo Flores Magón fue sin duda el hombre más rebelde de la revolución, poniendo el pecho a las balas, defendiendo sus ideales palabra a palabra, siempre fiel a sus ideas de justicia, libertad, fraternidad y anarquismo, sobre él, dice un corrido: “la justicia está al servicio de la clase consentida/ fácil la ley pa´ los ricos y dura con la enemiga/ cuantimás con los rebeldes que ya la llevan perdida/ pué que salgan los ladrones, pero los rebeldes ni pizca (Muñoz)…”

Por hombres fieles a sus ideales, libres hasta la eternidad y luchadores de la hermandad, esta semana se escribe rebeldía, pero se pronuncia “Águila Ciega” Ricardo Flores Magón.

“Hay que correr por los campos y subir a las montañas, montar en potros de viento a robarse las mañanas/ hay que bañarse en los ríos, domar a los broncos vientos/ pa´ tener juertes las pasiones y como Ricardo, claros los pensamientos”.

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