EL UNIVERSAL comenzó hace casi un mes un ejercicio de pluralidad donde por primera vez se conjuntan voces de distintos medios de comunicación, sin importar la competencia, las distancias o la línea editorial, para analizar y debatir sobre la situación de la libertad de expresión en México.

Para lograrlo, EL UNIVERSAL ha abierto sus páginas a un abanico muy grande de formas de pensar y ha entrevistado a intelectuales, académicos, periodistas, cartonistas, comunicadores y voceros del gobierno.

Con generosidad de su parte y haciendo a un lado la competencia intrínseca, han accedido y expresado su deseo de sumarse a este ejercicio de reflexión, en el que las ideas, aseveraciones y opiniones giran en torno a un derecho fundamental: la libertad de expresión.

Aquí han tenido cabida analistas, periodistas, caricaturistas y funcionarios representantes de la Cuarta Transformación (una de ellos la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero) y comunicadores simpatizantes del gobierno. Incluso se ha tenido también la participación de analistas internacionales como el estadounidense Jon Lee Anderson o el holandés Jan Albert Hootsen, que dan un valioso punto de vista de cómo son percibidos desde afuera el estado de la libertad de prensa en México y la relación del gobierno con los medios de información.

En este ejercicio, si bien han participado algunas de las voces de esta casa editorial, también se ha dado espacio a periodistas que representan a un amplio espectro de la prensa mexicana, ya sea que publiquen o se expresen en medios con distintas visiones como La Jornada, Reforma, Milenio, Nexos o Radio Fórmula.

Pero parece que no se ha comprendido este ejercicio ni se le ha visto en su contexto, pues aunque desde el poder no se ha limitado formalmente la libertad de expresión, sí se fomenta un ánimo de linchamiento contra quienes expresan una voz discordante, el cual se expresa especialmente en las redes sociales.

Apenas ayer se hizo el señalamiento de que a una de esas voces discordantes, que publica regularmente en otro diario, se le había dado un espacio preferencial en EL UNIVERSAL, y se expresaba extrañeza de esta práctica, que desde la esfera del poder se percibió como una confabulación de conservadores contra el gobierno.

No, no es un coro de adversarios: es un ejercicio de reflexión que algunos políticos no entienden porque sólo quieren o están dispuestos a escuchar una sola voz: la suya.

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