El movimiento feminista ha logrado desquiciar al gobierno federal y ha removido los sentimientos, emociones y posturas de la sociedad mexicana. Y es que las cifras dan cuenta de la gravedad de un asunto que ha evolucionado a tal grado que evidencia una grave descomposición del tejido social. En 2018 se registraron 40,303 mil casos de violencia sexual y en 2019, 1006 feminicidios (10% más que 2018). Además, tal violencia también ocurre en otros ámbitos de la vida social, por ejemplo, la brecha salarial es de 16% entre hombres y mujeres. A ello se suman la indiferencia y menosprecio del ejecutivo federal y algunos legisladores y legisladoras ante las demandas que realizan colectivos feministas.

La universidad es una de las principales instituciones con avances significativos en contra de cualquier tipo de manifestación de violencia de género. Protocolos de seguridad, debates y reflexiones y medidas preventivas, son sólo algunas de ellas. No obstante, aún tenemos mucho por hacer. Es el caso de la existencia de prácticas que, desde la universidad, contribuyen a la reproducción de una cultura machista, es el caso del acoso y de otras, aparentemente inofensivas, como los certámenes de belleza.

¿Cuál es la razón de ser de estos concursos en las universidades?, ¿de qué manera pueden fortalecer la función social de una institución universitaria? Instituciones como la Universidad Autónoma de Nayarit, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, la Universidad Autónoma de Nuevo León y la Universidad Autónoma de Zacatecas celebran acontecimientos con estas características. Las premiaciones pueden ir desde un reconocimiento, viajes, un monto económico o, incluso, becas. En su mayoría, éstos son organizados por las federaciones o consejos estudiantiles y auspiciados por la autoridad institucional.

Existe también el denominado “Miss Mundo Universidad México” cuyo objetivo es, según su página en redes sociales, contribuir a la promoción de la paz mundial. Algunos de los requisitos para participar son: tener de 18 a 26 años de edad, ser estudiante de universidad, poseer “cualidades de modelo a seguir como ejemplo para la sociedad”, “rostro fotogénico y simetría de forma”, así como promover proyectos de concientización social. Quienes resulten ganadoras, representarán al país en el “World Miss University”, celebrado en Corea del Sur desde 1986 en el marco de la declaración del Año Internacional de la Paz; ¿cuál es el problema de fondo con este tipo de iniciativas?

Promover la competencia entre las mujeres a partir de sus atributos físicos, aunque éstos se disfracen de intelectualismo, liderazgo y compromiso social, poco o nada tiene que ver con la razón de ser de la universidad vista como institución social y reconfigurada en torno a un proyecto de transformación social y democratización. Contrariamente, incentiva patrones sexistas y machistas que estigmatizan, cosifican y minimizan el rol que desempeñamos las mujeres en la sociedad y, en particular, en el ámbito universitario.

Reclamamos acciones contundentes. La universidad es un espacio para hacer la diferencia, para la reflexión argumentada, la crítica y la promoción de la conciencia social en relación a los grandes problemas que enfrentamos en el país y en el mundo. Se requieren más que posicionamientos para erradicar prácticas que reproducen la desigualdad entre hombres y mujeres. Poner fin a una práctica que promueve estereotipos de belleza y coloca a la mujer en un contexto de competencia absurda, encubierta en una causa noble como lo es la cultura de paz, abonaría a romper con esquemas que han existido por años y que de ninguna manera contribuyen a fortalecer las funciones sustantivas de la universidad.

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