Por fin anotó Javier Hernández, y fue un gol made in Chicharito. Arrancó en el momento justo, encontró el espacio, controló con la derecha, acomodó el cuerpo en una posición más que incómoda y definió con la zurda.

Hernández acabó con su sequía y mostró que sus condiciones de goleador siguen ahí, a pesar de que sus capacidades futbolísticas y físicas hayan disminuido bastante.

¿Es para destapar una botella de champaña? No. Pero es algo.

Seguramente, ese gol (ante el peor equipo del torneo, por escándalo) no será el inicio de una racha anotadora brutal, ni nada que se le parezca.

Pero es el indicativo de que esa cualidad (tal vez innata, o quizá aprendida y trabajada) para moverse dentro del área y rematar, aunque las leyes de la física lo consideren imposible, sigue ahí. ¿Volveremos a ver al Chicharito de antaño? Por supuesto que no. Pero lo del sábado es un indicativo para que toda la Nación Chiva sonría.

La lógica indica que Javier ya no está para el gran escenario, pero su alma de goleador sigue viva y —en una Liga como la nuestra— eso le abre la puerta a la ilusión.

Y es que, aunque parezca una locura, sigo pensando que Hernández entregará resultados en Guadalajara (claramente, no este semestre). Para el Apertura 2024, con una buena pretemporada encima y los minutos que acumule en este torneo, veremos una versión mucho mejor de este atacante.

Cinco o seis goles por semestre no suenan nada mal. Habrá quien piense que es una cifra mediocre para un delantero con los pergaminos del ‘14’ rojiblanco, pero si Salomón Rondón es líder de goleo tras 14 fechas, con ocho tantos, ya no se ve tan mal el posible aporte de Javier Hernández. Por supuesto, la gran pregunta es la siguiente: ¿Con todo y esa supuesta cuota goleadora, Javier le hace bien o mal al sistema de juego del Guadalajara?

Fernando Gago es el responsable de contestar esa interrogante. Lo toral, con respecto a ese tema, es si la decisión final estará basada en lo que es mejor para el funcionamiento del equipo en la cancha, o si está supeditada a la convivencia diaria (evitarse broncas en el vestuario, pues). Si la determinación se cimenta en la segunda posibilidad, esos goles serán demasiado costosos para la escuadra de Verde Valle. Y es que cinco o seis anotaciones son importantes, pero tampoco garantizan nada.

Javier Hernández despertó y su grey infló el pecho, gritó su gol como si fuera el que significa la obtención del título.

Habrá que ver qué sucede el siguiente semestre, y si no se cumple con la cuota, ya saben que aquí se recibe cascajo.

Adendum. “Uriel Antuna es el mejor futbolista mexicano de la actualidad”, me escribió Knut (seguramente, totalmente borracho) el pasado sábado. ¿Saben qué? Al menos de la Liga MX, puede ser.

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