Los se producen a cada rato en diversos países, siendo México uno de los que con más frecuencia suelen ocurrir, pero ¿cómo se producen los temblores?

De acuerdo con especialistas, los temblores se producen por la liberación de energía o tensiones acumuladas en el interior de la Tierra. Cuando existen rupturas repentinas en las capas tectónicas , las cuales a veces se acompañan por la ruptura de la superficie terreste, producen vibraciones en el suelo.

Esto se explica porque la Tierra, está formada por grandes fragmentos de tierra que son conocidos como placas tectónicas, la capa exterior es la corteza terrestre. Todas las placas de la Tierra están en constante movimiento, algunas más rápido que otras y en diferentes direcciones.

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“Los temblores ocurren cuando grandes secciones de la corteza terrestre o placas tectónicas, se mueven, empujándose unas a otras. El lugar donde dos placas se unen se llama falla y es en éstas donde la mayoría de los temblores ocurren y se forman los volcanes”, explica el Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología.

Los temblores fuertes regularmente son seguidos por otros movimientos menores de las placas tectónicas que se conocen como “réplicas”, las cuales pueden ocurrir días o semanas después del temblor inicial.

En la Ciudad de México, por ejemplo, la zona de mayor riesgo ante sismos de alta intensidad es el oriente y parte del centro, que son las zonas donde en la época prehispánica se asentaban los lagos del Valle de México .

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México es un país sísmico; de acuerdo con especialistas de la UNAM diariamente se reportan hasta 38 eventos de distintas intensidades.

Científicos de esta institución habían advertido desde abril pasado que es muy difícil predecir un temblor, puesto que la probabilidad de que ocurra un terremoto en un lugar específico depende de qué tan acopladas estén las placas tectónicas.

El lugar donde los científicos mexicanos esperaban que ocurriera un evento sísmico de gran intensidad es en la costa guerrerense, en el Pacífico mexicano, donde existe una zona conocida como la Brecha de Guerrero, que va de Acapulco a Papanoa, donde hace más de 100 años no se producen sismos de magnitud significativa, en una escala mayor a siete grados Richter.

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En esa zona no se ha registrado un movimiento telúrico importante desde 1911, por lo que se sigue acumulando una gran energía que la convierte potencialmente sísmica para la ocurrencia de un evento de gran intensidad.

Si en ese sitio –cuya distancia es 150 kilómetros menor a la del lugar donde se originó el sismo de 1985 con respecto a la Ciudad de México– se da un terremoto comparable al de aquel año, magnitud 8, los efectos en esta megaurbe podrían ser devastadores, de dos a tres veces más intensos, según estimaciones de algunos científicos.

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aosr

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