“Hagamos las Naciones Unidas grandes”. Parafraseando su propio eslógan electoral, Donald Trump debutó en las Naciones Unidas con una crítica —esperada— al sistema de la ONU, un empuje que da empaque al movimiento de reforma que hace tiempo se cuece en el organismo y que ahora el presidente de Estados Unidos quiere liderar.

“Las Naciones Unidas no han alcanzado todo su potencial por culpa de la burocracia y la mala gestión”, espetó Trump, primer azote en su primera intervención como mandatario en el foro de líderes mundiales.

No es la primera vez que Trump arremete contra un organismo multilateral por su anquilosamiento, su mala gestión o su incapacidad de llevar a cabo los objetivos y metas previstos. En la mente de todos está el acoso y derribo de sus primeros meses de mandato contra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza militar de la que amenazó salir si todos sus miembros no aportaban el dinero suficiente.

La presión pareció surgir efecto y tras conseguir el compromiso de algunos de los principales países, la OTAN pasó de estar “desfasada” a ser una organización importante con la que se sintió totalmente comprometido.

Puede que quiera hacer lo mismo con la ONU. “Es un club de gente que se junta para hablar y pasar un buen rato”, tuiteó pocas semanas después de ganar las elecciones.

Los tambores de la reforma del organismo han sido constantes en los últimos años, especialmente a través de la presión de los países pequeños para una reforma del Consejo de Seguridad; así como un aligeramiento de la burocracia para hacer que el multilateralismo de las Naciones Unidas sea más efectivo y no un órgano mundial figurativo.

Estados Unidos es el máximo donante a la ONU (se calcula que contribuye con 28% de su presupuesto), y Trump, con la fama de empresario de éxito que le precede, no está dispuesto a permitir derramas y pérdidas de millones de dólares si no le supone réditos en forma de victorias en conflictos internacionales.

“No estamos viendo los resultados adecuados”, advirtió Trump.

Sin embargo, el tono fue conciliador, incluso diplomático. El presidente no quiere destrozar el organismo sino usarlo en su favor, como herramienta a su mano para llevar a cabo su política internacional. Algo que ya está consiguiendo, especialmente con la presión brutal en forma de sanciones contra Corea del Norte, pero que todavía podría ampliarse.

Para ello, EU necesita que las Naciones Unidas “recuperen la confianza” de la gente; algo que sólo se puede conseguir con una reforma.

De momento, 128 países —entre ellos México— se han unido a una declaración impulsada por EU en consonancia con la Secretaría General del organismo. Un texto de 10 puntos que apoya las reformas en la ONU, especialmente en la simplificación de procedimientos, descentralización de decisiones, y más transparencia, eficiencia y asunción de responsabilidades.

La opinión de Trump coincide plenamente con la del secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, quien confesó que la excesiva burocracia de la organización “le tiene en vela” por las noches.

“Estructuras fragmentadas, procedimientos bizantinos, líneas rojas interminables. Alguien quien quisiera socavar la ONU no podría haber llegado a un camino para hacerlo mejor”, ironizó. Todas las trabas existentes en la organización evitan, en su opinión, que pueda llevar a cabo su misión última: ser más efectiva y “servir a la gente”.

“La reforma es para ellos”, aseguró Guterres y añadió: “Nuestro objetivo compartido es una ONU del siglo XXI, más enfocada en la gente y menos en el proceso (...) más en la entrega y menos en la burocracia” “Bajo el secretario general está cambiado [la ONU] y lo está haciendo rápidamente”, lo apoyó Trump.

El presidente de EU se reunió ayer con su homólogos francés, Emmanuel Macron, con quien habló de cambio climático, y con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, con quien dialogó sobre el acuerdo nuclear con Irán.

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