Juan Mora Catlett ha sido prácticamente profesor de todos los cineastas mexicanos de los últimos 40 años, y jefe de otros tantos como los ganadores del Oscar, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki.

“Claro, ellos no tenían estos nombresotes de ahora, sino que eran unos jovencitos a los que jalaba cuando había algo profesional”, recuerda de buen humor.

Con los tres laboró en los primeros episodios de La hora marcada, serie de terror de fines de los 90, en la que el cineasta fue artífice en la dirección y escritura de guiones, 13 de los cuales han sido reversionados para la nueva temporada que está por estrenarse.

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Él es también el único realizador de películas en lengua originaria: Retorno a Aztlán, hablada en náhuatl, que a inicios de 1990 se mantuvo por cuatro meses en cartelera; y Eréndira Ikikunari, en lengua purépecha, basada en el mito de la joven que se opuso a la conquista española.

¿Algo más? Bueno, imágenes de la Marcha del Silencio durante el movimiento estudiantil de 1968, fueron tomadas por su cámara e incluidas en el documental El grito, sobre lo previo a la matanza militar en Tlatelolco.

“Entramos al Zócalo y de pronto se oye una voz diciendo que ya nos habían dejado hacer la manifestación y teníamos ya que irnos. Vemos que se abren las puertas de Palacio y salen camiones militares, todos nos preguntamos qué estaba pasando. Luego pasó lo que todo mundo sabe en Tlatelolco”, destaca.

Esta noche, todo ello será reconocido al recibir el Ariel de Oro, máxima presea que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, en la ceremonia que se realizará en el Teatro Degollado de Guadalajara.

“Siento que es un reconocimiento de mis exalumnos y mis pares, parece que no me odiaron como maestro”, bromea, feliz, este hombre de 74 años.

Su paso comercial

Mora Catlett inició como profesor a los 25 años, cuando prácticamente sus alumnos tenían su misma edad o eran mayores.

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A mediados de los 80, en el entonces CUEC de la UNAM, un joven de cabello rizado se le acercó para preguntarle si él era quien había ganado el Ariel (Mejor edición por Ora si tenemos que ganar, 1982) y la respuesta fue positiva. Era Lubezki (El renacido), quien trabaría amistad con Alfonso Cuarón (ROMA) y Luis Estrada (La ley de Herodes).

“Por la edad tenía la manía de que, como mis alumnos eran mis cuates, cuando había chamba profesional los jalaba y así fue para La hora marcada, donde fui el que hizo más programas. Se hizo una historia sobre una mujer lobo con Cuarón en la cámara y Del Toro estaba en maquillaje.

Guadalajara, la capital jalisciense y cuna de reconocidos cineastas como Guillermo del Toro, se convertirá en septiembre en el centro del cine mexicano y en la primera ciudad en acoger los Ariel más allá de Ciudad de México.
Guadalajara, la capital jalisciense y cuna de reconocidos cineastas como Guillermo del Toro, se convertirá en septiembre en el centro del cine mexicano y en la primera ciudad en acoger los Ariel más allá de Ciudad de México.

“Cuando el terremoto del 85, se hizo un documental sobre la reconstrucción (El hombre es su casa) y me llevé a Lubezki como asistente de producción y estábamos trabajando ahí en ruinas y tenía que haber una escena donde se viera a los de arquitectura trabajando sobre una mesa con planos y llega Lubezki y me dice ‘mira hay vigas y no hay techo, ¿por qué no subes el dolly (herramienta para hacer escenas fluidas) ahí y hacemos la toma en picada?’ Y así lo hicimos”, relata.

Defensor de lengua originaria

A inicios de 1990 preparó Retorno a Aztlán en un momento en que los indígenas en el cine eran caricaturizados o mostrados como un pasado retrógrado. Cuando pidió apoyo gubernamental, un funcionario le dijo que mejor hiciera algo ambientado en París y Londres, para poder venderlo.

Cuando logró filmarla lo hizo en español y fue cuando recibió el apoyo de un grupo teatral que había sido preparado en náhuatl, que doblaron a los actores originales. El problema fue que la ANDA detuvo los trabajos cuando apenas comenzaban el segundo día de grabaciones.

“Cuando fui a la ANDA me aventaron un periódico que decía que ellos consideraban al náhuatl como idioma extranjero y me dijeron que ya pagara lo que quisiera”, cuenta.

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La película tuvo su premier en el extinto cine Latino, con capacidad para 2 mil butacas, pero llegaron 500 personas más, quienes se quedaron fuera.

Para Eréndira Ikikunari (2007) las cosas fueron distintas. Incluso las comunidades purépechas en Pátzcuaro se unieron para formar una lengua estándar, pues cada una tiene su propia manera de hablar. Para ella contó con el apoyo de Cinépolis y en Cinemex que incrementaron los horarios ante la demanda del público.

“La gente está ávida de estas cosas”, dice.

Ahora prepara la cinta que completará esta trilogía, ambientada durante la colonia, con el título provisional El evangelio del lobo, que estaría hablada en español y náhuatl del siglo XVI.

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