tiene muchos años con dolor crónico: en los rodajes y filmaciones que participa, sólo pide que haya una silla donde pueda descansar cuando le es necesario. Y el bastón se ha convertido en un gran amigo, pues si antes sólo caminaba dos calles antes de tomar aliento, ahora recorre fácilmente hasta cinco veces más sin problema.

La actriz ganadora del Ariel por su trabajo en la película "" y nominada al mismo premio por su reciente trabajo en Huesera, también es neurodivergente y disléxica.

“Soy hija oyente de padres sordos, tengo muchos años con fibromialgia (dolor muscoloesquelético) y otras condiciones médicas que provoca que tenga una diversidad funcional. Pero soy mi propia hacker: busco la manera de funcionar muy bien en el set y no pido mayor cosa que la silla”, dice.

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En México, de acuerdo con datos del INEGI, hay más de 7 millones de personas con alguna discapacidad y/o alguna condición mental.

Se considera discapacidad no sólo quienes presentan condiciones visibles (deficiencia visual, ausencia de alguna extremidad o síndrome de Down), sino también las que no (sordera, ansiedad, bipolaridad y depresión), pues modifican no sólo la vida de quienes lo padecen, sino de gente alrededor.

Mínima representación

Pero esta comunidad, aunque numerosa, no ha sido bien representada en el medio audiovisual del país. De acuerdo con cifras del Anuario Estadístico del Cine Mexicano, en los últimos seis años sólo se han producido 34 películas con temática de discapacidad, entre ellas el documental Hasta gritar sol; la animación Un disfraz para Nicolás y la ficción Coraje.

La cifra representa apenas 2.8% de las producciones hechas entre 2017 y 2022, cuando se contabilizaron más de mil 200 rodajes.

“Por ignorancia, por miedo o prejuicios no se aborda mucho este tema en el cine mexicano, cuando el 80% de las personas vivimos de una u otra manera la discapacidad y no es algo de nicho, afecta a más gente de lo que se cree. Parece que a la discapacidad quieren tenerla oculta”, comenta Moreno.

Parte de lo producido nacionalmente se vio este fin de semana en el Reelabilities Film Festival, certamen en el que Moreno es responsable de vinculación y que se realizó en en la Ciudad de México.

El objetivo del evento, en su quinta edición, buscó abrir la reflexión de una mayor producción alusiva a la discapacidad, así como impulsar una visión inclusiva y positiva hacia quienes la viven.

“Se trata de que estén bien representados quienes tienen una discapacidad”, comenta Rita Romanowsky, directora general del certamen fílmico.

“Tampoco es que se visualice al grupo como de superhéroes, porque el cine tiende a eso como en esta película Yo soy Sam (con Sean Penn, 2001) donde es papá y puede todo, pero no es así, son personas como todos. En el festival ves testimonios de personas que han logrado cosas impresionantes y otros no”, destaca la directiva.

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Entre las historias que se proyectaron estuvieron el cortometraje Manos ajenas, de Adrián Monroy, que cuenta la historia de una joven con parálisis cerebral que contrata a una trabajadora sexual para concretar su primera experiencia.

“En esto siempre se buscó tener una representación digna y con respeto, más cuando se toca un tema que existe, pero del que no se habla. La columna vertebral es Sandra Jiménez (con parálisis cerebral) porque hubo muchas pláticas con ella, dijo que iba a hacer todo para que la actriz tuviera su motricidad y ya en el rodaje estaba presente ayudando”, indica.

En menos de un mes han saltado dos producciones con la temática: Todo el silencio, sobre la sordera, estrenada en el festival de Morelia y en la que Martha Claudia fue asesora técnica creativa, y la serie Ojitos de Huevo, en Netflix.

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