Nuestros políticos nos avergüenzan porque no vienen a cuidar el patrimonio público, ¡qué va!, sino a disponer de él en su propio beneficio y, acto seguido, a enrostrárselo cínicamente a la sociedad de la que se burlan a carcajadas al recordar su juramento constitucional cuando prometieron respetar y hacer respetar la Constitución y las leyes que de ella emanen y si no que la nación se los demande y bla, bla y bla…

¿Cuándo la nación se los va a demandar si es apática, ciega, sorda y muda, hasta que deja de serlo y entonces, al despertar el México Bronco, después de haber recibido innumerables escupitajos en la cara, cuelga a los funcionarios, a los “perfumaditos” y a los rotitos de las ramas de los ahuehuetes o de los postes telégrafos o los fusila en paredones improvisados? Imposible olvidar al México harto, hastiado, inmovilizado de piernas, brazos y lengua, que fue saqueado por Díaz, el tirano, sus científicos, los empresarios foráneos y el clero, hasta que a punta de bayonetazos lo largamos a Veracruz para que abordara el Ypiranga con destino al París de sus sueños, en donde podría gastar el dinero mal habido durante la interminable dictadura. ¡Con qué placer yo hubiera dirigido al pelotón de fusilamiento: ¡Preparen, apunten, fuego…!, para ejecutar a Porfirio Díaz, en lugar de haberle permitido la fuga, a quien enterró al liberalismo mexicano, entregó la economía a los extranjeros, empobreció a las masas y nos heredó a un 85% de analfabetos después de más de 30 años de despreciable autocracia, entre otras catástrofes más que culminaron en un movimiento armado.

Claro está que muchos políticos del mundo son igualmente despreciables, (¿qué tal Trump, o Maduro o los Castro, etcétera...?), pero en este reducido espacio quisiera referirme sólo a los políticos mexicanos, aquellos cuya escandalosa degradación moral irritan a todo México y sorprenden a propios y extraños por el alarmante nivel de impunidad y cinismo en el contexto de una nación marginada, secuestrada por los partidos, indefensa e indolente.

¿Usted conoce a un solo priísta pobre? ¿No los identificó en sus años de humildes empleados públicos, burócratas de enésima con cara de yo no fui, y hoy en día viajan en aviones supersónicos de su propiedad o son propietarios de yates o de lujosos condominios en la urbe de acero cuando solo tenían un traje para ir a “trabajar”? ¿No nos incendian estos pillos de puño blanco? ¿Usted llegó saber que estos auténticos bandidos en algún momento hubieran tenido una empresa o un despacho lícito, que les hubiera permitido disfrutar el tren de vida con el que insultan a la sociedad? Sí, pero no solo me refiero a los priístas, muchos de los panistas de la mal llamada alternancia, dispusieron ilícitamente del erario público, se convirtieron en unos voraces presupuestívoros, de la misma manera que lo han hecho los perredistas en diversos gobiernos locales o en las delegaciones políticas de la capital de la República, que más que delegaciones son auténticas cuevas de coyotes. ¿Qué tal los diversos seguidores de AMLO que son retratados en total flagrancia mientras reciben sobornos de los que él se declara inocente. ¿Quién, con dos dedos de frente, va a suponer que López Obrador, el gran enemigo de las causas republicanas, se va a dejar retratar sonriente mientras imprime sus huellas digitales y asienta su firma en un documento en el que consta un cohecho? Dime con quién andas y te diré quién eres…

¿Por qué los priístas se niegan a aceptar las leyes del sistema anticorrupción que tratarían de impedir, de alguna forma, la comisión de más burdos y gigantescos peculados? ¿Cuál es la razón por la que en 3 años no se ha podido nombrar al “Zar” que pudiera investigar y castigar a los acusados de monstruosos desfalcos? ¿La razón? Ellos saben las que deben y no quieren que nadie los exhiba y menos que se las cobren. ¡Claro que los diputados de todos los partidos se oponen a la cancelación de los gastos discrecionales que valen cientos de millones de pesos supuestamente destinados a sus distritos! Solo en los países africanos o en los bananeros de mediados del siglo XX, habíamos sabido que el Poder Ejecutivo sobornara al Legislativo como ocurrió en México en el presente sexenio, cuando los “legisladores” de la “Honorable” (ja) Cámara de Diputados recibieron millones de pesos a cambio de aprobar al vapor el presupuesto de egresos. ¿A cambio de qué…? Ahí está la Auditoría Superior de la Federación, sin dientes, que encuentra gigantescas malversaciones y desvíos que archivan en las procuradurías…

¿Por qué no se aclaran el 98% de los delitos que se cometen en el país? ¿Por qué nunca vemos un “pez gordo” en la cárcel? ¿A quién o a qué recurrirán para sacar de México sus cuantiosos botines sin verse atrapados por violar abiertamente las leyes de lavado de dinero? Los jueces españoles o italianos o guatemaltecos o norteamericanos detienen a nuestros “políticos” en el extranjero mientras que aquí se les exonera…

Se imagina el amable lector, ¿qué sería de México si las enormes cantidades de dinero negro sustraídas por nuestros políticos del erario o entregadas bajo el agua por la “IP”, fueran captadas por el fisco y pagaran impuestos? ¿Qué tal que los miles de millones de dólares en poder de los traficantes de narcóticos causaran el IVA y el ISR? ¿Y si los líderes sindicales de Pemex, IMSS, CFE o SNTE declararan sus enormes fortunas? ¿Y si el clero se sometiera a las leyes fiscales? ¿Y si los empresarios no practicaran la evasión fiscal a la escala que se desee? ¿Y si las mordidas fueran registradas por el SAT? ¿Se imagina el lector qué país tendríamos? ¿No sería una maravilla? Rescataríamos a los 50 millones de mexicanos que subsisten penosamente en la pobreza en no más de 15 minutos o tal vez, hasta menos…

¿Otra invitación a la imaginación ciudadana? ¿Y si los recursos públicos se gastaran escrupulosamente y en forma eficiente? No solo causan vergüenza nuestros políticos por corruptos, sino por incapaces, incompetentes e ineptos, sálvese el que pueda…

fmartinmoreno@yahoo.com

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