Millones de mujeres y niñas son violentadas e intimidadas en la calle, en el transporte público, en las plazas, en los centros comerciales, en los parques y en los alrededores de las escuelas o lugares de trabajo. El problema no son sólo los crímenes y agresiones físicas, sino también los piropos, chiflidos, tocamientos, miradas obscenas, persecuciones e insultos. El acoso sexual en los espacios públicos es una forma de violencia y muchas viven esta situación de manera cotidiana. Esto es ofensivo, dañino y atenta contra los derechos humanos.

La seguridad de las mujeres en espacios públicos es un tema que no tiene la suficiente relevancia en la agenda, aunque los niveles de agresión son alarmantes. Estas acciones trasgreden la integridad de las mujeres y el problema debe ser atendido desde una perspectiva de género. En las últimas semanas estos sucesos han recibido atención de los medios de comunicación, sobre todo por el caso de la periodista Andrea Noel. Asimismo, el pasado 24 de abril durante la Movilización nacional contra las violencias machistas fue un tema recurrente. Sin embargo, el acoso sexual en las calles generalmente permanece impune. Existen muy pocos mecanismos institucionales para prevenirlo, proteger a las víctimas y castigar a los culpables.

El miedo reduce la libertad de las mujeres y restringe el acceso a la educación, al trabajo, a actividades recreativas que se llevan a cabo en la comunidad y a la participación en la vida pública. Los espacios seguros empoderan a las mujeres. En cambio, la inseguridad pone barreras y limita su desarrollo integral.

Sentirse seguras y a salvo es una parte importante del empoderamiento de la mujer y de la promoción de la equidad de género. Asimismo, construye ciudades inclusivas y libres de discriminación. Los espacios públicos deben ofrecer oportunidades de desarrollo para las mujeres, no infundir terror y limitar su movilidad. Las mujeres tienen derecho a usar y disfrutar los espacios públicos sin miedo; a vestirse como quieran y a sentirse seguras en sus trayectos sin importar la hora.

Necesitamos espacios libres de violencia hacia las mujeres en ciudades seguras para todos. En México esto es un reto urgente por cumplir. La Fundación Thomson Reuters realizó un estudio para identificar las ciudades que tienen los sistemas de transporte más peligrosos para las mujeres. Los resultados posicionan a la CDMX en el segundo lugar solamente después de Bogotá. De acuerdo con datos de la ENDIREH 2011, el 15.5% de las mujeres mayores de 15 años han sido víctimas de alguna agresión pública en los últimos 12 meses; de estas mujeres, 86.1% sufrieron intimidación, 18.2 fueron víctimas de abuso sexual y 15.8% otras formas de agresión.

El gobierno debe llevar a cabo acciones de sensibilización y prevención de la violencia de género en todas sus expresiones para crear espacios públicos seguros para mujeres y niñas. Asimismo, deben existir medidas coercitivas que apliquen a los agresores para proteger a las víctimas. Sin embargo, el cambio está en cada uno de nosotros, en el ejemplo y en la educación que les damos a nuestros hijos. Piensen dos veces antes de juzgar o faltar al respeto. La violencia contra las mujeres no es normal; cero tolerancia a cualquiera de sus formas.

Fundadora de la Fundación Angélica Fuentes

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