Yo conocí a dos presidentes de Estados Unidos que no podrían ser más diferentes en partido, ideología, personalidad y estilo de gobierno: George W. Bush y Barack Obama. Pero si en algo coincidían era en la importancia estratégica de México para Estados Unidos. Ellos sabían que no hay un país más importante para Estados Unidos y por eso manejaban la relación bilateral con respeto, tratando a México como un país con retos comunes de seguridad, medio ambiente y comercio (como mencioné en mi artículo "México en la elección de EUA"). Había diferencias pero sabían que tenían enfrente gobiernos con los que se podía dialogar y trabajar. Y esos gobiernos tenían claro que estaba en el interés de México tener una relación madura y de cooperación entre iguales.

Hoy, la retórica de odio nos quiere dividir y enemistar y habrá que tener mucho cuidado. Por eso es tan importante que voces más responsables promuevan un diálogo constructivo y sensato entre nuestras naciones. Ante el desorden administrativo, la cerrazón ideológica y la falta de sensibilidad necesitamos activar a más aliados de México en Washington y en muchas ciudades de Estados Unidos.

Construir esas alianzas llevará tiempo, porque es un hecho que en los últimos cuatro años la relación con Estados Unidos fue completamente descuidada y no se le dio la atención ni seriedad que merece. Basta recordar que en cuatro años, México ha tenido 4 embajadores en el país vecino sin contar los siete meses en los que no se mandó ningún nombre para la titularidad de la embajada. Esto sin duda ha tenido un costo para México, porque la relación bilateral no sólo se da a nivel diplomático entre burocracias gubernamentales.

Esta etapa que hay que construir con creatividad, requiere que el gobierno de México hable con legisladores republicanos y demócratas, con empresarios que se benefician directamente de la relación comercial con México, así como con los empleadores de migrantes mexicanos. Tiene que haber un diálogo fluido con sindicatos de empresas que viven de las exportaciones, con organizaciones sociales defensoras de migrantes, con agencias de inversión y por supuesto con académicos, universidades y los centros de investigación. Todos esos actores son muy importantes para México y para la región.

Con ese propósito, estaré hoy y mañana en Washington, dialogando con legisladores, académicos, estudiantes, migrantes y líderes de ONG. No es la primera vez que voy a Estados Unidos con el tema de migración, de hecho he ido para ese tema durante los últimos diez años. Lo cierto es que este es un nuevo contexto porque de telón de fondo está uno de los momentos más difíciles en la relación entre los dos países. Innecesariamente se tensaron las cosas y las relaciones entre dos países que comparten más cosas de las que muchos se imaginan.

Estoy convencida de que Estados Unidos es más próspero, más seguro y más competitivo gracias a su alianza con México. Mi prioridad es la defensa de México y de nuestros connacionales. Nadie quiere pleito ni confrontación, pero exigimos respeto. Y también que nuestro país tiene cómo y con qué responder en caso de que las agresiones económicas y políticas sigan subiendo de tono.

Una buena relación beneficia a ambos países, porque si a México le va bien también a Estados Unidos le va bien. México es un aliado indispensable de Estados Unidos. No somos rivales, no somos enemigos y no aceptamos ser tratados como tales. Y eso lo saben muchos estadounidenses. México necesita más aliados en Washington y Estados Unidos necesita más aliados en la Ciudad de México para defender esta relación estratégica.

La relación entre México y Estados Unidos tiene que ver con una agenda bilateral y regional. Si la estrategia de México es la acertada, si Estados Unidos cae en la cuenta de lo que es tener un vecino como México será mejor para las dos naciones e incluso para la región completa.

Abogada

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