Todo sigue igual. Cuando se escuchó la voz de César Ramos en TV Azteca y en W Deportes, explicando lo sucedido en el partido del domingo, era para celebrarse que por fin un árbitro tuviera la libertad para expresarse en los medios.

Pero esto le ha costado caro. Lo dejaron de programar, no por lo sucedido en el partido, sino por no tener permiso para hacer declaraciones públicas, según trascendió.
Vaya, hasta Enrique Bonilla en la conferencia de prensa que ofreció para la presentación de la tienda oficial de la Liga MX, explicó que no fue una decisión de ellos, sino de la Comisión de Arbitraje.

Al  tiempo que no era programado César Ramos, conocimos la cédula del partido, la real. Documento presentado en el programa Reacción en Cadena de Canal 52 MVS, en el que se muestra claramente que el árbitro hizo lo correcto, sin dejarse presionar por directivo alguno con el obvio castigo que impondrían. Solamente hay una mancha en esta cédula, ya que no fue reportado el incidente de Josecarlos van Rankin con el asistente número dos, Jimmy Acosta, a quien agresivamente le bajó la bandera, prácticamente al mismo tiempo en que Talavera le decía “eres un pendejo” al silbante.

El arbitraje no es justo con sus agremiados, ni el propio futbol. Dejan a la imaginación lo que está sucediendo, a trascendidos, a hipótesis, porque simplemente no pueden expresarse y mucho menos dar a conocer públicamente si existe o no una sanción o una llamada de atención disciplinaria en el interior de la Comisión, como sucede con todos los demás personajes que componen el futbol mexicano. En España, las cédulas son públicas; en Argentina, los árbitros pueden hablar sin problemas; en Colombia, por un tiempo se publicaban los castigos o suspensiones de los árbitros; aquí no, eso es imposible. Aquí, la alarmante falta de transparencia y de libertad de expresión es cuestión de todas las jornadas y cuando uno por fin se atreve a expresarse, de inmediato viene la sanción.

Si un directivo comete un acto de indisciplina, es castigado y se hace pública la sanción; si un entrenador hace algo fuera de reglamento, es lo mismo; y por supuesto un futbolista, cuando es castigado, lo hacen del dominio público. ¿Por qué no a los árbitros? ¿Por qué la secrecía de los castigos o la no explicación del por qué una semana son los mejores y la otra no los designan? ¿Por ser la autoridad? El árbitro, efectivamente, es la autoridad, pero tampoco es un Ministro de la Suprema Corte de Justicia, es quien aplica el reglamento y parte fundamental del futbol, así que es injusto hasta para los propios árbitros que no se sepa ni por qué lo están sancionando, aunque aleguen que en el interior de la Comisión haya una comunicación exquisita.

Y ante todo esto, ¿dónde demonios está la AMA (Asociación Mexicana de Árbitros)? 

 @gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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