Los delitos financieros representan una amenaza significativa para las empresas, sin importar su tamaño o el sector al que pertenecen. El lavado de dinero, el fraude, la corrupción, el cibercrimen y otras actividades ilícitas pueden causar afectaciones en su reputación, pérdida de confianza y, en casos más graves, impactos financieros y multas por incumplir las legislaciones aplicables.

Para los tomadores de decisiones, comprender los riesgos potenciales, así como los mecanismos de prevención es esencial, pues permite garantizar que sus organizaciones están debidamente preparadas ante este tipo de amenazas. Para lograrlo, analizamos seis consideraciones clave:

1. Conocer y evaluar

Tener claridad en el panorama de los delitos financieros es la piedra angular de cualquier estrategia de defensa eficaz. Las compañías deben entender a cabalidad cómo funcionan y evolucionan los esquemas de lavado de dinero, el fraude ocupacional, las tendencias de cibercrimen y las tácticas utilizadas por los delincuentes.

Así mismo, es importante realizar una cuidadosa evaluación de los riesgos en función de las actividades desempeñadas por la empresa, su ubicación geográfica y el tamaño de la industria a la que pertenece, la cual servirá como una hoja de ruta para identificar vulnerabilidades particulares y priorizar las medidas de mitigación.

Por ejemplo, una empresa del sector fintech con clientes internacionales podría estar más expuesta a intentos de lavado de dinero, mientras que una dedicada a la construcción, que licita contratos de obras públicas, podría correr mayores riesgos de soborno.

2. Construir un marco sólido de cumplimiento

Es vital desarrollar un programa de cumplimiento robusto, diseñado específicamente para mitigar los riesgos identificados. Esto incluye políticas y procedimientos detallados que estén disponibles para todo el talento, así como la implementación de programas de capacitación continua para actualizar sus conocimientos y puedan identificar señales de alerta en forma oportuna.

En paralelo, se debe nombrar a un líder de alto nivel responsable de estos esfuerzos; esto es clave porque subraya la relevancia de contar con una cultura de prevención desde los niveles más altos de la organización.

3. Trabajar en una cultura centrada en hacer lo correcto

Fomentar una cultura de ética y cumplimiento requiere que el liderazgo demuestre su compromiso e integridad en todo momento. Un desarrollo organizacional saludable promueve de forma permanente que hacer lo correcto es esencial, al tiempo que alienta a todos sus integrantes a adherirse a las políticas y reportar sospechas por medios institucionales sin temor a represalias.

Los canales de denuncia claramente definidos e independientes proporcionan un método seguro y confidencial para quienes desean comunicar alguna situación de riesgo, ofreciendo protección contra represalias; por ejemplo, un proveedor podría utilizar este mecanismo para señalar conductas indebidas en procesos de compra. Contar con estos medios incentiva la confianza y convierte al personal y terceros asociados en aliados de primera línea contra los delitos financieros.

4. Practicar la debida diligencia

La implementación de programas como “conoce a tu cliente” y “conoce tu negocio” (KYC y KYB respectivamente, por sus siglas en inglés) es una defensa clave que permite verificar cuidadosamente las identidades de nuevos clientes, proveedores o socios. Esto resulta crucial y debe realizarse de forma continua, especialmente en relaciones de alto riesgo, como aquellas que se llevan a cabo en geografías o sectores económicos propensos a la corrupción.

Las referencias cruzadas de personas y entidades con listas de sanciones son útiles para prevenir que las empresas establezcan involuntariamente relaciones controvertidas; por ejemplo, la debida diligencia podría incluir la investigación de los beneficiarios finales de un proveedor potencial, revelando conexiones que indiquen un mayor riesgo de esquemas de fraude.

5. Analizar los datos

El análisis de datos puede ayudar a identificar patrones de operaciones inusuales, detectar anomalías en el comportamiento de los clientes e identificar posibles vínculos que podrían escapar en una revisión manual. Estos conocimientos permiten a las organizaciones actuar a tiempo para interrumpir una actividad potencialmente delictiva.

Por ejemplo, mediante el análisis de información se puede dar seguimiento a las tendencias de pago a ciertos proveedores para identificar aquellas que son inusuales y que pudieran significar un conflicto de interés. Así mismo, se pueden realizar análisis exhaustivos, mediante procedimientos de clasificación, a la totalidad de los gastos asociados a tarjetas corporativas o reportes de gastos, con el fin de detectar inconsistencias con las políticas establecidas.

Adicionalmente, el uso de inteligencia artificial y aprendizaje automático amplía las posibilidades de efectuar análisis mucho más elaborados y específicos, según las necesidades de cada compañía. Implementar tales tecnologías no solo mejora las tasas de detección, sino que también aumenta la eficiencia en el proceso de cumplimiento.

6. Buscar apoyo externo

La asesoría externa que brindan los especialistas aporta una dimensión adicional a la prevención de crímenes financieros. Los consultores experimentados pueden ayudar con evaluaciones de riesgos más profundas, capacitaciones especializadas sobre temas complejos, así como a mejorar las políticas de cumplimiento.

Cuando los recursos internos son limitados o se requieren habilidades altamente técnicas, la asesoría externa amplía las capacidades de una empresa y demuestra un enfoque proactivo para prevenir este tipo de riesgos.

En conclusión, los delitos financieros mantendrán una tendencia creciente que puede dejar expuestas a las compañías a severas afectaciones. La implementación de un marco de prevención integral, centrado en el conocimiento de los principales riesgos que pueden afectar al negocio, acompañado de una sólida cultura de cumplimiento, una debida diligencia en la relación con terceros, la toma oportuna de decisiones con información basada en datos y el aprovechamiento de la experiencia externa para trabajar hombro con hombro cuando sea necesario, permite a las organizaciones protegerse. No se trata únicamente de evitar pérdidas financieras, sino de fortalecer la integridad de las empresas, salvaguardar su reputación y posicionarlas para el éxito sostenible.

Socio Líder de Asesoría en Tecnología Forense de KPMG México

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Las ideas y opiniones expresadas en este escrito son del autor y no necesariamente representan las ideas y opiniones de KPMG en México.

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