Exceptuando a las ochos marcas suizas tradicionales líderes, la supervivencia en la relojería del futuro se jugará en el terreno de los relojes inteligentes. TAG Heuer, que ha tomado el papel de David contra el Goliat Apple, revela sus estrategias en una disputa que, de entrada, puede parecer desigual, pero que la firma suiza considera su única opción para crecer 20% en los próximos años y poder hacer frente a Rolex, Patek Philippe, Audemars Piguet o Hublot en el reparto del pastel de la supervivencia. Guy Semon, director general de TAG Heuer desde diciembre de 2014 y el estratega técnico de esta aventura por la conectividad Swiss Made, asegura que LVMH, grupo al que pertenece la marca, pretende duplicar la facturación de la empresa en los pró- ximos cinco años con el éxito del Connected y alcanzar los 2 mil millones de dólares en ventas. “Con la relojería tradicional sería imposible incluso crecer 8% anual cuando el sector ha cosechado pérdidas de 20% en los últimos tres años, desde los 22 mil millones de dólares de facturación que presentaba en 2 0 14”. Semon augura grandes dificultades fuera de ese selecto grupo de ocho marcas si no se aborda el reto de la conectividad. TAG Heuer, que presentó en marzo la segunda generación Connected Modular 45 con forma de reloj Carrera, de líneas actualizadas y con la posibilidad de ser intercambiado por un reloj mecánico, ya piensa en incluir un teléfono en la cuarta o quinta versión del modelo. “En muy poco tiempo todo estará conectado, el auto, el refrigerador, todo, y la relojería suiza, fuera de los titanes, o se conecta o morirá”. TAG Heuer también considera una distribución diferente a la de la relojería tradicional para su modelo de vanguardia que le permita acercarse al entorno fácil, abierto y amigable de una tienda Apple y que puede venir en un futuro en alianza con una compañía de telefonía. La firma ya ha considerado modelos de distribución con Amazon, pero lo ha descartado por el momento para no dar la espalda a sus re t a i l e r s de las colecciones mecánicas. “Si queremos vender un millón de relojes conectados debemos buscar nuevos canales de distribución. El sistema clásico de minorista, con puertas blindadas y señores de traje, oscuro ha matado a la industria”. Desde la llegada de Guy Semon a la dirección, TAG Heuer es la única firma relojera suiza que abrió una oficina en Silicon Valley para aspectos de estrategia y nuevos desarrollos e intercambio de ideas con sus socios Intel y Google. “Esperamos que el Connected represente 30% de nuestro negocio en los próximos tres o cinco años y eso exige estar donde se gesta el futuro”, asegura el directivo. El fabricante del legendario Carrera se alió con AKQA para el desarrollo de la interfase del reloj electrónico, pero planea integrar el desarrollo de sus aplicaciones internamente el pró- ximo año para cumplir con las nuevas regulaciones de la reglamentación Swiss Made, que exige una mayor concepción del producto en Suiza. Como con el resto de los relojes inteligentes, el Connected tiene en su batería de duración de 24 horas uno de sus mayores desafíos por el alto consumo de energía del sistema operativo Android. Según Semon, en dos años esperan haber conseguido una autonomía sin recarga de una semana, y de un mes en los próximos cinco años. “Y esto será igual para Apple y los demás relojes inteligentes”.

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