En su perfil de Twitter, Richard Spencer se autodenomina el “Karl Marx” del movimiento “derecha alternativa” (Alt-Right, en inglés). Fundador del desconocido think tank que bautizó como National Policy Institute (NPI), no hace mucho tiempo propagaba su ideología basada en la “supremacía de los blancos”, en plataformas oscuras de la red y en encuentros de acceso restringido.

Sin embargo, gracias a esta campaña electoral, alimentada por los eventos de odio y racismo protagonizados por el candidato republicano, Donald Trump, Spencer y muchos otros que comparten su doctrina visceral han terminado por salir del clóset.

Gracias al comportamiento del magnate y sus insultos hacia la mujer, los migrantes, los musulmanes, los discapacitados y los homosexuales, esta plataforma dejó de ser un movimiento online y sin mayor influencia, para convertirse en la principal corriente de la ideología racista y fundamentalista en EU. “Donald Trump nos cambió todo. Hemos adquirido una posición influyente, y estamos cambiando a Estados Unidos desde el fondo. Llegó nuestro turno”, afirma Spencer.

Alt-Right es una comunidad que carece de una estructura organizada y en la que participan individuos que defienden la familia tradicional, no creen en la igualdad de género y tampoco comparten la visión de una nación multirracial y multicultural.

Ante la falta de una alternativa, sus seguidores suelen votar por el Partido Republicano, aunque se oponen a la élite de esta familia política; rechazan el intervencionismo exterior y consideran a Moscú como un aliado tradicional de Washington y no como su rival.

De acuerdo con Spencer, el término Alt-Right surgió en 2008, el año en que EU eligió por primera vez a un presidente de color, y es producto de la necesidad de crear una alternativa al conservadurismo. Los simpatizantes del movimiento no están inscritos, por lo que nadie sabe con precisión cuántos integran el bloque; la mayoría de ellos nunca llega a conocerse en persona y su activismo se concentra esencialmente en las redes sociales.

Entre sus autoridades morales más conocidas están Jared Taylor, hijo de un misionero del sur de Virginia que piensa que los blancos deben seguir dominando la cultura en EU, y Steve Bannon, director de la página Breitbart News, considerada la plataforma de noticias de Alt-Right.

Su mascota es la Rana Pepe, personaje que le fue secuestrado al caricaturista Matt Furie, quien lo creó en 2005 con fines totalmente opuestos.

Entre los memes de Pepe, adaptados y divulgados por los miembros de Alt-Right, hay algunos fichados por la Liga Antidiscriminación como símbolos de odio, como aquellos en los que la rana porta uniforme nazi, máscaras de gas o trajes del Ku Klux Klan.

La rana también está asociada a la campaña del candidato republicano. En octubre de 2015 Trump reenvió un tuit en el que él aparecía como Pepe. El movimiento ha crecido en los últimos meses hasta convertirse en una voz protagonista y escuchada de la contienda por la Casa Blanca. Independientemente del resultado del martes, Spencer está convencido de que Alt-Right es el ganador en esta contienda electoral. “No hay marcha atrás. Expulsaremos el conservadurismo del Partido Republicano. El conservadurismo ha muerto. Soy 99% superior a ellos. Después de estos comicios nos vamos a apoderar del partido”, asegura.

El Southern Poverty Law Center (SPLC), considera a Alt-Right como una de las ideologías más peligrosas de Estados Unidos y alerta sobre la afinidad de esta plataforma con el rival de Hillary Clinton. “Para Alt-Right Trump es un héroe”, sostiene la organización.

La instancia, con sede en Montgomery, Alabama, calcula que cada año se cometen 260 mil incidentes de odio en el país y estima que en 2015 aumentó de 784 a 892 el número de grupos radicales. Para el profesor asociado de la Universidad de Georgia, Cas Mudde, Alt-Right no es otra cosa que una ingeniosa herramienta de marketing explotada por un activista de la supremacía blanca. “Sabe que su ideología es considerada inaceptable en la sociedad actual. Por ello salió con un término que suena aceptable para la corriente conservadora”, escribe el politólogo en The Huffington Post.

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