La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y su vice, Michel Temer, rivales declarados ante la votación esta tarde en la Cámara de Diputados sobre la apertura de un juicio político contra la mandataria encabezaron ayer arduas negociaciones en busca de votos que se presentan cada vez más volátiles.

La crisis política tiene dividido al país y se convirtió en un amargo combate entre la líder de izquierda y su vicepresidente centrista, Michel Temer, quien la sucedería si prospera el juicio en el Senado.

Rousseff canceló una aparición en una manifestación contra el juicio político por parte de sindicatos y activistas sociales de izquierda liderados por el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, su predecesor y fundador del gobernante Partido de los Trabajadores (PT). Lula encabezó el acto, en el que aseguró que Dilma “no se va a matar ni se va a exiliar” ante el proceso que persigue su destitución. Y advirtió: “Nosotros amamos Brasil. Vamos a luchar por la democracia”.

La mandataria se reunió a puerta cerrada con legisladores en un intento de obtener su voto en contra de que avance el juicio al Senado o, al menos, su abstención. La votación está prevista para las 14:00 horas locales.

Las reuniones de ayer indicaron que la votación dominical podría estar más apretada de lo esperado, mientras Rousseff intenta sumar un número estimado de dos decenas más de apoyos para impedir una mayoría de dos tercios en favor de la impugnación que necesitan sus rivales para seguir adelante con el proceso.

A través de un video y una columna en un periódico, Rousseff negó con vehemencia haber cometido un delito castigable con un juicio político y calificó el intento de expulsarla del cargo como “el mayor fraude legal y político” en la historia del país. A los impulsores del proceso, los llamó “traidores de la democracia”.

La oposición insiste en que incurrió en “delito de responsabilidad” por saltarse las leyes presupuestarias del país para “maquillar las cuentas públicas”. Temer, quien había viajado a Sao Paulo, donde vive, tuvo que regresar a Brasilia en vista de la remontada que registró el gobierno en los que se conocen como “marcadores del impeachment”, en los que medios locales actualizan los votos en favor y en contra del enjuiciamiento.

El vicepresidente, quien en el pasado se quejó de ser una mera “figura decorativa”, se reunió también con legisladores. Su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) aseguró que ha convencido a 367 diputados de votar en favor del juicio político, 25 más de los necesarios. Los recuentos de los tres principales diarios de Brasil señalan que los opositores suman entre 346 y 348 votos, cifra que haría prosperar el juicio político (se requieren 342, de un total de 513).

Cinco partidos de la oposición denunciaron a Dilma ante la Policía Federal por un supuesto intento de “compra de votos”.

Dijeron que la mandataria está ofreciendo a diputados cargos públicos de alto escalafón a cambio de votar contra el enjuiciamiento y liberando partidas presupuestarias para los estados cuyos representantes apoyen al gobierno.

En las calles la situación era tensa, con protestas en favor y en contra de Dilma en al menos ocho estados. Unos 3 mil policías se ocuparán hoy de la seguridad para evitar incidentes frente al Congreso. Las medidas de seguridad se repetirán en las principales ciudades del país, donde se esperan movilizaciones masivas.

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