La popular melodía de los Tigres del Norte, Somos más americanos, es reflejo de una realidad insoslayable entre dos países obligados a vivir unidos por la geografía, la historia y la economía. ¿Quiénes somos más americanos? “Ellos pintaron la raya//para que yo la brincara y me llaman invasor//Es un error bien marcado, nos quitaron ocho estados//¿quién es aquí el invasor?

En Estados Unidos la población de origen mexicano suma casi 35 millones de personas, de acuerdo con el registro 2015 de la Oficina Nacional del Censo de aquella nación, así que la migración es un tema central de la relación bilateral, que desde luego no pasa por su mejor momento. El presidente número 45 de la Unión Americana se ha encargado de estigmatizar a los mexicanos en EU; su lema America First engloba un mensaje de discriminación y separación, que en muchos casos vulnera los derechos fundamentales de las personas y provoca un ambiente poco favorable para la convivencia pacífica.

Rubén Gerardo Galindo Chávez, migrante morelense, nació en la comunidad indígena de Coatetelco y terminó dramáticamente sus días a manos de la policía de EU, en septiembre, en Charlotte, Carolina del Norte, en un acontecimiento en el que la evidencia acredita la alevosía y prepotencia con la que actuaron los agentes de aquella nación.

¿Por qué le dispararon a Rubén? Tal vez nunca lo sabremos. Lo que sí observamos en la Unión Americana es una mayor discriminación hacia los mexicanos y los latinos en general, la violación frecuente a los derechos humanos y graves condiciones de segregación que contradicen flagrantemente los estamentos de los fundadores de aquella nación.

Desde luego, alcanzar el llamado sueño americano es condición ardua para quienes decidieron migrar; pero estas dificultades se multiplican cuando los mexicanos asentados allá carecen de la protección de las autoridades consulares. El caso de Rubén Gerardo lo pone en evidencia, pues después de cinco meses del desafortunado acontecimiento, su familia en Morelos desconoce el estado que guarda el proceso judicial.

Las escenas grabadas por la cámara de la misma policía acredita que Rubén obedeció la instrucción de salir con las manos en alto y sin agredir a nadie, a cambio recibió una descarga de balas de dos policías que le privó de inmediato la vida.

Este caso fue difundido por la familia y el presidente de la Confederación Internacional de Morelenses debido a que autoridades de EU mantienen el proceso abierto.

Juan Pablo Castro Zavala, presidente de la confederación, expuso que de acuerdo al video que les fue entregado para la exigencia de justicia y remuneración económica que exige la familia, el joven fue baleado de manera instantánea al salir de su casa.

Cuando el padre de Rubén supo que su hijo había sido asesinado, acudió a las oficinas de migración en Morelos donde le informaron que no podían hacer nada. El consulado en Carolina del Norte sólo intervino para enviar los restos de su hijo a Coatetelco.

El señor Román recuerda que durante el sepelio le preguntó a un hombre que tomaba fotografías si alguien podía ayudarlos y esta persona lo contactó con la organización de migrantes morelenses radicados en EU.

Hoy esperan que una vez que se difunda el video de la artera y cobarde agresión, se genere una presión social que obligue a las autoridades consulares a actuar, y que este crimen que dejó en la orfandad a un niño, no quede impune.

Vicepresidente de la Cámara de Diputados

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