El poeta, novelista y cuentista (Monclova, Coahuila, 1977) estima que es nuestro gran narrador y gran cuentista, y así, pone a la par la importancia de Pedro Páramo, porque no sólo reinventó la novela del campo mexicano de la posrevolución y sus consecuencias para conectarla con el presente, sino que lo hizo con los relatos de El Llano en llamas.

“Soy un lector más de El Llano en llamas aunque es raro decirlo, porque todo mundo pondera siempre a su novela Pedro Paramo. Sus cuentos también son una enseñanza de técnica, de enfoque y de voz, por lo que me parece todos los cuentistas de la actualidad le debemos muchísimo”, dijo, al recordar que fue a los 16 años que leyó por primera vez la obra de Rulfo.

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, por su nombre de pila, quien nació en Sayula, Jalisco, el 16 de mayo de 1917 y falleció en la Ciudad de México el 7 de enero de 1986; conocido universalmente por sus facetas de escritor, guionista y fotógrafo, y uno de los más distinguidos miembros de la Generación del 52. Su obra se basa en dos grandes obras: 17 cuentos de El Llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo (1955).

Entrevistado por Notimex, luego de la presentación de su libro Figuras humanas, Luis Jorge Boone comentó que leyó primero El Llano en llamas y luego Pedro Páramo, con el pensamiento a priori de que tal vez la novela no le iba a gustar.

Sin embargo, amante desde entonces del cuento, género literario que desde entonces ya consideraba de capital importancia, Boone fue asaltado por una gran sorpresa.

“Resultó empate, porque me encantó y desde entonces, leo y vuelvo a leer una y otra vez tanto sus cuentos como su novela”, acotó el entrevistado, quien presentó Figuras humanas hace unas semanas en el marco de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

Allí, expuso que el volumen, que salió al mercado nacional hace más de medio años, es un intermedio lírico compuesto por poemas en el que el autor asume riesgo porque cree en la palabra que le ha granjeado importantes premios literarios, y este libro, es un refrendo de su calidad.

Señaló que a partir de elementos cotidianos y de una aparente “normalidad”, construye sus histrias, por eso, el lector encuentra intimidad profunda expresada en el cariño con el que el autor consigue comprender a sus personajes, y por lo tanto, hacerlos más humanos.

Y es que sí, la vida es única, reveladora e irrepetible, y pese a todo conflicto presente o pretérito, continúa como debiera. Ese es el análisis que se puede hacer de esta entrega de Luis Jorge Boone.

En los cuentos del autor la vida continúa como debiera a través de la existencia de una mujer que se burla del arte contemporáneo, de un hombre que suspira por ir más allá del sexo oral, de un fotógrafo consciente de que la fotografía es una descripción de algo que nunca volverá a suceder, de un joven deprimido hasta el tope por la ruptura cariñosa que lo lleva a emprender un viaje con un amigo que desaparece en la playa… son cuentos.

Al entrevistado se deben los celebrados poemarios Traducción a lengua extraña (2007), Novela (2008), Los animales invisibles (2010) y Versus Ávalon (2014), entre otros; el volumen Lados B. Ensayos laterales (2011); la novela Las afueras (2011), y los libros de cuentos La noche caníbal (2008) y Largas filas de gente rara (2012).

Ha participado como antologador de Vientos del siglo. Poetas mexicanos 1950-1982 (2012) y compiló de modo magistral Tierras insólitas. Antología de cuento fantástico (2013). Boone ha sido beneficiario del Programa de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) en tres ocasiones.

También de la Fundación para las Letras Mexicanas durante dos periodos. Esa dedicación y calidad le ha granjeado que su obra esté traducida al inglés.

Y no sólo eso, por las mismas razones ha sido merecedor de 11 premios nacionales: de Cuento Inés Arredondo 2005, de Poesía Joven Elías Nandino 2007, de Ensayo Carlos Echánove Trujillo 2009 y de Literatura Gilberto Owen 2013, entre otros.

Con ese bagaje, arribó a La Capilla del Palacio de Minería donde el público escuchó gozoso lo que dijo sobre el cuento, pasión que comparte con Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno.

nrv

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