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Hace 20 años, Colombia vivía el proceso de formulación y debate de la Ley General de Cultura que llevó, entre otros cambios, a la creación en 1997 de su Ministerio de Cultura (que en México equivale a la secretaría de Cultura). En las distintas etapas de ese proceso, y como primer titular de esa dependencia, la persona clave fue Ramiro Osorio Fonseca.

Una parte vital de la carrera de Osorio en el mundo de la cultura ha transcurrido en México, donde se formó como maestro en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato y fue director de los festivales de la Ciudad de México y del Cervantino; además fue embajador de Colombia en México.

Osorio sigue convencido de la importancia de dar a la cultura el rango de ministerio o secretaría de Estado, de ahí que considera “muy afortunada” la propuesta para México, cuyo subsector cultural cuenta con un presupuesto de 18 mil 365 millones de pesos (más de mil 96 millones de dólares).

“Una decisión de este tipo lo que hace es reconocer la importancia del sector cultural en el país. Le da una dimensión administrativa y política al sector cultural, que es la que se merece. Si el sector de la cultura no figura de manera clara en el gabinete presidencial, donde se toman las grandes decisiones de país, siempre se estarán postergando las decisiones claves para ese sector”.

Osorio, quien fue fundador con Fanny Mickey del Festival Iberoamericano de Teatro, director del Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura, previo al Ministerio) y que actualmente es director del Teatro Mayor, recordó la oposición al Ministerio —ni más ni menos que de los escritores Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis—, las trabas que una y otra vez puso la derecha colombiana, así como los procesos que se han fortalecido: incremento de presupuesto para la cultura (ha crecido hasta 70 veces de 1992 a la fecha y hoy es de alrededor de 122 millones de dólares), desarrollo de leyes que fortalecen el cine, el libro, y la participación ciudadana al diseñar políticas culturales.

Osorio “tomó” el tema de la ley primero como director del Colcultura; continúo en la formulación de la iniciativa con la participación de expertos de todas las áreas culturales; después encabezó la gestión ante el Congreso para la aprobación de la Ley 397 de 1997. Ese año se convirtió en el primer ministro de Cultura.

Una de las críticas de García Márquez era que se incrementaría la burocracia. Al respecto, Osorio dice: “Hicimos un ajuste en la planta de personal y resultó ser una planta menor, porque al crear el Ministerio creamos una serie de condiciones profesionales de formación, experiencia e idoneidad que tenían que cumplirse para poder ocupar un cargo”.

Pero aclara que esa no era la mayor crítica del autor: “Era que el Ministerio de Cultura se convertiría, con el tiempo, en un Ministerio de gobierno para la cultura. Ese sí era un tema importante. Le explicaba a García Márquez que eso era posible en sociedades donde no estaban claros los derechos de expresión y creación. Le decía que en un país como Colombia era imposible crear un espacio para gobernar la cultura”.

Otra de sus críticas era que el Ministerio se podía llenar de políticos: “Y no, en 18 años los ministros y ministras han hecho un trabajo muy importante, ninguno ha sido un político en el sentido tradicional de la palabra”.

Osorio califica los resultados tras la creación del Ministerio como extraordinarios: “Lo que ha pasado en el país es verdaderamente sobresaliente. Las políticas culturales se volvieron transversales de las políticas públicas en general”.

—¿Un tema fundamental que se discute en México es aprobar la secretaría de Cultura con ley de Cultura o sin ella. ¿Usted qué cree que conviene?

—Depende. Aquí lo hicimos con ley porque fue la manera que encontramos, porque había un gran atraso en materia de normativa en ese momento y por una circunstancia trascendental: la Constitución de 1991. El Plan Nacional de Cultura 92-94 lo que hizo fue desarrollar los derechos culturales consagrados en la Constitución.

El aparato que tiene México es muy sólido, grande; los institutos de Antropología e Historia y de Bellas Artes se crearon por leyes, hay una gran solidez en las instituciones. Una secretaría puede ser el articulador más grande de esas instituciones que ya tiene México.

—En 2008, México incluyó en la Constitución el “derecho al acceso a la cultura”, de ahí que algunos sectores plantean la necesidad de una legislación que reglamente ese derecho.

—Sí, claro. Pero eso no está en contra de que se cree una secretaría de Cultura. Me parece que esa secretaría puede ser el motor para hacer ese proceso de desarrollo de los derechos establecidos por la Constitución.

Para Ramiro Osorio, la principal ventaja de una secretaría “es que el secretario de Cultura está en los órganos de máximas decisiones gubernamentales, políticas, económicas, culturales, etc.” Opina que un secretario de Educación, “por más buena voluntad que tenga, tiene tal cúmulo de problemas y pendientes, que sus prioridades, a la hora de un gabinete, no son las de la cultura”. Entonces pregunta: “¿Por qué en el caso de las comunicaciones hay un Ministro de Comunicaciones? ¿Por qué no hay un ministro de Cultura si es un sector que no sólo tiene la parte fundamental de los saberes, sino que aporta a la economía de estos países de manera sobresaliente? ¿Por qué no puede tener ese espacio de reconocimiento político y administrativo?”

—¿Fue fundamental la decisión presidencial para sacar adelante el ministerio?

Sin duda, esto no sale sin el apoyo del Ejecutivo.

—¿Qué modelos tomó Colombia para crear el Ministerio?

—Tuvimos un apoyo directo de los franceses; hicimos dos seminarios Malraux en Bogotá para todos los procesos de creación del Ministerio. Tuvimos ayuda personal de Jack Lang, apoyo de la UNESCO. Hicimos un trabajo muy juicioso de mirar la institucionalidad de varios países.

Un tema que Colombia “tomó” de México fue el del Fonca y los programas de estímulo a los creadores: “Es algo que puse en práctica cuando me nombraron director de Colcultura, siguiendo el ejemplo mexicano. Nunca hubiera podido ser un buen director de Colcultura ni un buen ministro de Cultura si no hubiera vivido tantos años en México y hubiera aprendido tanto de las instituciones mexicanas”.

—Se hablaba del Ministerio como un Ministerio para la Paz… ¿la cultura ha sido determinante en el proceso de buscar la paz en Colombia?

—Sí, por una razón fundamental. El escenario de lo cultural es el único en Colombia en que es posible el diálogo y en el que será posible resolver estos problemas tan graves que se tienen, después de tantas tragedias y décadas de dolor. Es el escenario donde serán posibles el perdón, el nuevo entendimiento y la creación de nuevos lenguajes.

—¿La ley general recogió las leyes que tienen que ver con la cultura?

—Actualizó todo. Actualizó las normativas existentes, derogó otras, reordenó toda la normatividad cultural.

—¿En qué temas?

—En todo, libro, derechos de autor, cine, patrimonio inmaterial y material, procesos de auspiciar y apoyar la creatividad, la investigación y la descentralización.

En cuanto a leyes posteriores, Osorio detalla que se hizo por ejemplo una Ley del Cine, que ha sido clave para el desarrollo de ese arte: “Colombia se ha vuelto un productor de mediano tamaño en el mundo del cine, gracias al desarrollo de su ley”.

—¿Lo fiscal, el mecenazgo, como se ha fortalecido en la ley?

—Ha sido poco a poco porque nosotros tenemos en Colombia un problema grave de evasión de impuestos. Era necesario crear estímulos que no se fueran a convertir en espacio de evasión; hay uno de 125% de descuento de la renta líquida gravable cuando se dona a las instituciones culturales, se puede lograr una ley como la de Brasil, que ha sido fundamental.

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