El 2015 dejó a Plutón y a Marte como protagonistas en la escena científica mundial. Su lugar, este año, lo podría ocupar el gigante gaseoso, rodeado de muchas lunas y cuya mancha roja siempre ha despertado la curiosidad de los investigadores: Júpiter.

En julio próximo, la misión Juno de la Nasa, lanzada el 5 de agosto del 2011, llegará al planeta más grande del Sistema Solar para orbitarlo durante 20 meses y recopilar información que ayude a entender el origen y la evolución de este cuerpo celeste.

Pero Marte no desaparecerá de los titulares de prensa. Pese a la postergación de la misión InSight de la Nasa, por fugas en la esfera de vacío que contiene el instrumento sísmico de la nave, habrá lanzamientos rumbo al planeta rojo.

La Agencia Espacial Europea (ESA) pondrá en marcha la primera misión de su programa ExoMars, que se compone de un orbitador y de un módulo de descenso llamado Schiaparelli. El objetivo es buscar evidencia de metano y otros gases que podrían indicar la existencia de procesos biológicos o geológicos activos en Marte.

La atención no solo se concentrará en los planetas. También habrá noticias que rodeen a asteroides y cometas. En septiembre se lanzará la misión Osiris-REx, de la Nasa, la primera que irá a un asteroide para recoger una muestra y retornarla a la Tierra. Y para esa misma época habrá que despedirse de uno de los satélites más queridos de los últimos tiempos: Rosetta.

En su papel de ‘escolta’ del cometa 67P/Churyumov-Guerasimenko, sobre el que está aferrado el módulo Philae, la sonda se irá acercando a la superficie hasta chocarlo, no sin antes enviar centenares de imágenes y millones de datos.

Será, además, el último año para la misión Cassini, que orbita Saturno desde hace más de 10 años.

Y tal vez uno de los hechos sobre los que hay mayores expectativas es la primordiales, esas huellas que habría dejado la expansión del Universo tras el Big Bang, hace 13 mil 800 millones de años. ¿Será el 2016 el año en el que al fin la ciencia hallará este ‘tesoro’?

En esta selección hecha por EL TIEMPO podrá conocer más sobre estas misiones y agendarse para seguirlas este año.

¡Hola, Júpiter!

La colombiana Adriana Ocampo Uria, geóloga planetaria y ejecutiva del programa New Frontiers de la Nasa, había anticipado en diálogo con EL TIEMPO, tras el logro de New Horizons en su sobrevuelo a Plutón, que el 2016 sería un año con grandes noticias. “El 4 de julio vamos a llegar a Júpiter por primera vez con una nave espacial (Juno) cuya fuente de energía son celdas solares; allí estudiaremos y buscaremos aprender cómo se forma un planeta”, dijo entonces.

Ocampo Uria explicó que la sonda solo orbitará Júpiter y que los instrumentos que lleva permitirán, entre otras cosas, tomar rayos X de todo el planeta para medir su profundidad.

La misión buscará determinar cuánta agua hay en la atmósfera de Júpiter; mirará en detalle la atmósfera para medir composición, temperatura, movimiento de las nubes y otras propiedades del planeta; mapeará los campos magnético y gravitacional para revelar la estructura profunda del planeta y explorará su magnetosfera, cerca de los polos, especialmente las auroras, con el propósito de entender cómo el enorme campo magnético del planeta afecta su atmósfera.

Búsqueda de gases en Marte

Para el 2016 estaban en agenda, con destino a Marte, las misiones Insight, de la Nasa, y ExoMars, de la Agencia Espacial Europea (ESA) y Roscosmos –la agencia espacial rusa-. La Nasa, días antes de Navidad, confirmó que Insight sería aplazada hasta el 2018 por fallas detectadas en algunas pruebas, que comprometían el óptimo funcionamiento de la nave y sus instrumentos.

Será, entonces, el año de la ESA y Roscosmos, que enviarán en marzo próximo la primera misión de su programa ExoMars. Según la ESA, la posición de la Tierra y de Marte ayudará a que el viaje hasta el planeta rojo se tome siete meses. Tres días antes de llegar a la atmósfera de Marte, el módulo de descenso, llamado Schiaparelli, se desprenderá del orbitador. Se estima que entrará en la atmósfera marciana a 21 mil kilómetros por hora, antes de que el aerofrenado y un paracaídas, con la ayuda de un sistema propulsor, le permitan tocar suelo en la superficie del planeta.

Entre tanto, el orbitador de ExoMars se mantendrá en órbita elíptica alrededor de Marte y luego ‘barrerá’ a través de la atmósfera para fijarse en una órbita circular, a unos 400 kilómetros de altitud, para llevar a cabo su misión científica. Su propósito, además de rastrear gases que den luces sobre procesos biológicos o geológicos activos en Marte, es probar tecnologías en preparación para misiones posteriores a este planeta.

Cassini, en su recta final

Es un ejemplo de trabajo conjunto. La misión Cassini unió los esfuerzos de la Nasa, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Italiana (ASI).

Esta nave -explica la Nasa- ha orbitado alrededor de Saturno, ese sorprendente planeta anillado, por más de una década para estudiar su sistema en detalle.

Parte de su misión fue lanzar la sonda Huygens a la superficie de la luna mayor luna de Saturno, Titán, en enero del 2005, una maniobra que dejó resultados únicos. Cassini acabará su operación realizando sobrevuelos a las lunas de este planeta y pasando por su sistema de anillos para dejar imágenes que quedarán en la historia.

Adiós a la sonda Rosetta y a Philae

No todo será felicidad en el 2016. Habrá nostalgia hacia septiembre, cuando la sonda Rosetta ponga fin a su misión, con un cierre de película: chocará con 67P/Churyumov-Guerasimenko, el cometa que ha escoltado por años, y sobre el cual se posó por primera vez un módulo terrestre, Philae.

Laurence O'Rourke, coordinador de Operaciones Científicas de Rosseta, de la Agencia Espacial Europea (ESA), en diálogo con este diario a finales del 2015 dijo que con el cometa en su viaje hacia Júpiter otra vez se iniciaría un descenso lento hacia la superficie.

En noviembre del 2015 Rosetta estaba a unos 200 kilómetros del cometa, y hacia agosto próximo se estima que llegará a ponerse a unos 15 kilómetros. “Y de ahí, en septiembre más y más cerca. Tocaremos un sitio previamente seleccionado y en ese camino vamos a intentar enviar información hasta minutos antes de tocar la superficie”, explicó. Así concluirá una de las misiones recientes –fue lanzada en el 2004– que más cercanía han logrado con el público en general.

Tras las huellas del Big Bang

Son un ‘tesoro’ que la ciencia ha buscado de manera incansable durante años. La búsqueda de ondas gravitacionales provenientes del universo temprano tuvo un momento de éxtasis en marzo del 2014, cuando el equipo de Bicep2 anunció el hallazgo de sus huellas (lo que habría dejado la expansión del universo, tras el Big Bang o gran estallido), pero la dicha duró poco. En enero del 2015, la Agencia Espacial Europea (ESA) hizo públicos los resultados de los análisis conjuntos de los datos del observatorio espacial Planck, ubicado entre la Tierra y Marte, y de Bicep2, ubicado en el Polo Sur, que descartaron evidencia de ondas gravitacionales primordiales.

El astrofísico colombiano Juan Diego Soler explicó en las páginas de EL TIEMPO por qué es un tema tan importante. “La inquietud de científicos por hallar evidencia de ondas gravitacionales primordiales parte de tres preguntas: ¿de dónde viene el universo? ¿Por qué está distribuido así? ¿Por qué se ve así?”, dijo.

No por menos, al darse la fallida noticia de su hallazgo, científicos del mundo lo calificaron como el hecho del año. ¿Será el 2016 el año elegido?

‘Pellizco’ a un asteroide

Osiris-REx será la primera misión que irá a un asteroide para recoger una muestra y retornarla a nuestro planeta. “Lo interesante de ese asteroide es que tiene el potencial de tener una órbita de cruce hacia finales del siglo XXI. Entonces es una forma de prepararnos en caso de un riesgo y así poder mitigar esa situación por si se acerca demasiado a la Tierra y llegara a representar algún peligro”, confirmó Adriana Ocampo Uria, ejecutiva del programa New Frontiers de la Nasa.

La Nasa indica en su sitio web que el viaje al asteroide Bennu partiría en septiembre próximo, con el objetivo de traer de vuelta a la Tierra una muestra de al menos 2,1 onzas de este cuerpo, para su posterior estudio. Esta misión ayudará a los científicos a entender cómo se formaron los planetas y podría dar pistas de cómo empezó la vida. Se espera que alcance su objetivo en el 2018 y que esté de regreso hacia el 2023.

rqm

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