Probablemente estas elecciones sean las más aburridas en la historia reciente del país; no emocionan, no conectan ni atrapan. Una flojera total.

No es para menos. Fuera del círculo rojo de los políticos tradicionales existe un rechazo hacia todo lo que apeste a gobierno. Hay desencanto ganado a pulso por la ausencia del Estado y su ineptitud para resolver; desconfianza por la imagen de corrupción generalizada sin importar el color del partido y mucho sopor ante la necedad de la clase política de hablarse sólo a sí misma. Nadie piensa en el grueso de los ciudadanos que todos los días salen adelante gracias a su propio esfuerzo y, por ende, esos mismos ciudadanos no piensan mucho en la clase política.

Es lamentable que el caso más destacado en las campañas presidenciales hasta ahora sea el de Arturo Zaldívar, involucrado en un asunto altamente político que tiene poca o ninguna relevancia para la mayoría de la población.

De acuerdo a datos del Inegi en la Encuesta Nacional de Cultura Jurídica 2021, apenas el 42% de los mexicanos “ha oído” hablar de la Suprema Corte de Justicia y de ahí únicamente el 14% sabe correctamente, cuál es la función de la misma. ¡El 67% de la población no sabe ni le interesa nada sobre el tema!

En la conversación real, se omite el escándalo entre Norma Lucía Piña y Arturo Zaldívar. Según las acusaciones, uno de ellos habría recibido sumas millonarias en negocios turbios que implicaban hasta la Presidencia de la República, en una supuesta red de corrupción liderada por Julio Scherer. Por otro lado, parece no importar que la otra parte se reuniera con Xóchitl Gálvez y otros líderes de la oposición para sabotear la campaña de Sheinbaum.

Al menos, hasta el día de hoy, el escándalo Piña-Zaldívar pinta para emocionar a los mismos de siempre que ya definieron su voto desde el principio del sexenio. Los chairos apoyan, muy a su pesar, a Zaldívar y los fifís a Norma Piña. De nuevo, es López Obrador el que divide el espectro político.

Sin embargo, periodistas de investigación con trabajos como el de Yohali Reséndiz podrían dar un vuelco al tema y hacer que el asunto estalle más allá del círculo rojo. Reséndiz ha confirmado la existencia de una cuenta a nombre de Zaldívar; ahí se depositó dinero no declarado por el exministro, hablamos de varios cientos de miles de pesos que están documentados. (https://www.opinion51.com/yohali-resendiz-cuenta-secreta-zaldivar/)

Si uno dedica 8 minutos en Youtube para la pieza “La cuenta secreta de los favores de Zaldívar” (https://www.youtube.com/watch?v=ZdZJqakRfhQ) podrá darse cuenta del potencial del escándalo.

Pero a la gente ya le da igual otro político ratero.

Arturo Zaldívar dice que es un fan de Taylor Swift, ya veremos si su jefa, Claudia Sheinbaum, no termina cantándole muy pronto White Horse:

'Cause I honestly believed in you / Holdin' on, the days drag on / Stupid girl, I should've known, I should've known / That I'm not a princess, this ain't a fairy tale.

DE COLOFÓN.- Zaldívar aún es poderoso, pero ya no tanto como antes. Tiene a su favor a grandes y más poderosos amigos muy interesados en bajar el ruido, pero tiene en su contra a varios personajes que fueron pisoteados por él, y ahora, buscan gritar a los cuatro vientos su versión. Anda mucha gente afinando la garganta para ponerse a cantar. Entre sus traidores, quizá debería ver con lupa a los 61 involucrados que lo acompañan en la denuncia.

Y todavía faltan 165 días para que se termine el sexenio.

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