Independientemente de las filias y fobias, este gobierno ha sido un desastre en casi todos los aspectos. La educación está por los suelos, alentando el adoctrinamiento y la superficialidad frente a la sociedad del conocimiento y la era de la IA. Nuestro sistema de salud se ha precarizado a grados escandalosos, donde el gobierno prefiere clausurar fábricas de medicinas, cerrar hospitales o robar medicamentos con fines políticos que salvar vidas. En materia de seguridad, pues simplemente no hay seguridad. Gran parte del territorio es gobernado por la delincuencia que cobra sus derechos de piso y aplica justicia mediante tablazos, levantones o ejecuciones… Insisto, un desastre.

Sí, en los números macroeconómicos la cosa no va tan mal, el tamaño de nuestra economía y el efecto nearshoring han sido en gran parte los responsables y no el gobierno. Cuando se habla de la disciplina del lopezobradorismo en materia económica, me cuesta trabajo pensar que debemos aplaudir a un político por ser buena ondita y no endeudar hasta el tuétano a un país, pero ¿qué ese no es su trabajo más elemental?

Inclusive, en términos económicos, la cosa no es para festejar nada. La mayoría del país sigue en pobreza, a la mayoría no le alcanza para una vida digna y termina por depender de programas sociales que se hacen insuficientes frente a la inflación… ¡Ah!, y que no se nos olvide que sí hay deuda, estable y responsable, pero deuda al fin, de más o menos de unos 15 billones de pesos, unos 5 billones más que en 2018 y que tendremos que pagar en algún momento. Aquí el dato: en 2018 cada mexicano debía $109,818 y terminado el sexenio la cifra será de $126,818.

López Obrador será un lastre en la historia de México. No estoy seguro de que pueda ver el tamaño de su legado cuando en unos veinte años se le recuerde como el presidente que combatía el Covid con imágenes religiosas, que despreciaba las luchas sociales, que decía que las computadoras no eran necesarias para “armar la revolución”, que criticaba a los aspiracionistas que quieren más de un par de zapatos y un largo etcétera. Quizá para entonces ya no viva o no esté consciente de su imagen frente a la historia. En un par de décadas hablar de AMLO será igual de irrelevante que hablar en estos momentos de Zedillo, a ver quién lo defiende para entonces.

Lo bueno es que ya se va, lo malo es que dejará al país hecho un muladar.

Dice que quiere ser recordado como el mejor presidente del país, pero es más probable que sea recordado como uno de los peores. De momento ha batido varios récords: es el presidente con más muertos, el presidente con más desabasto de medicamentos, el presidente con menos transparencia, el presidente que más ha militarizado al país, el más bravucón, el más metiche en asuntos internacionales y, por mucho, el presidente que más ha hablado…

Ojalá que la siguiente presidenta se dedique a gobernar.

DE COLOFÓN.- La invasión del ejército ecuatoriano a la Embajada Mexicana para detener al exvicepresidente Jorge Glas cayó como anillo al dedo a la 4T: polariza, enciende ánimos, revive al furioso masiosare.

Nada bueno sale de los radicalismos.

Y todavía faltan 173 días para que termine el sexenio.

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