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La programación es la disciplina detrás de muchos de los desarrollos tecnológicos que usamos a diario. Lo que pocos saben es que detrás de esta ciencia, que data del siglo XIX, hay una mujer: Augusta Ada King, Condesa de Lovelace, mejor conocida como Ada Lovelace.

Esta matemática brillante fue la primera en concebir en su mente lo que ahora conocemos como lenguajes de programación. Concretamente, desarrolló un sistema para la máquina analítica de Babbage que calculaba el séptimo número de una secuencia. Además, influyó en la concepción del alcance y potencial de lo que hoy son las ciencias computacionales pues, para ella, las máquinas no servirían únicamente para realizar cálculos sino para crear música o arte.

Por su influencia en la computación contemporánea, desde hace nueve años, el segundo martes de octubre se instituyó como el “ Día de Ada Lovelace ” o el “ Día de la Mujer Programadora ”. Dicha conmemoración fue ideada por la activista Suw Charman-Anderson con el fin de “celebrar los logros de las mujeres en ciencias, tecnología, matemáticas e ingenierías (STEM, por sus siglas en inglés). Elevar los perfiles de mujeres y remarcar logros de heroínas desconocidas”. Pero, ¿ que tanto las mujeres están interesadas en programar?

El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), en su reporte “The Future of Jobs ” publicado en 2018, revela que el periodo 2018-2022 estará dominado por cuatro avances tecnológicos: el Big Data , el uso generalizado de internet de alta velocidad, la inteligencia artificial y la nube. Es decir que algunos de los roles laborales del futuro estarán basados e impulsados por la tecnología, de ahí la necesidad de que existan más personas especialistas en el área.

En ese panorama las carreras STEM se vuelven necesarias. Sin embargo, el interés de hombres y mujeres en ellas no es igualitario. Para Ana Karen Ramírez, CEO de Epic Queen, organización que busca incrementar la participación de mujeres en las áreas STEM , “hace falta cambiar el pensamiento de que las niñas deben hacer solo ciertas cosas. El reconocimiento de su dedicación en estas áreas se les debe dar desde pequeñas”.

En el mismo sentido se pronunció Ingrid Motta, directora General de BrainGame Central, agencia de comunicación especializada en tecnologías de la información: “el bajo interés femenino en estas áreas se debe a que no las ven como algo natural. Es una imagen errónea que les creamos desde niñas. Se deben crear programas para integrar a las mujeres en la sociedad STEM”.

Lo cierto es que los hombres dominan el campo académico, de investigación y laboral en las áreas STEM. De acuerdo con datos del estudio de 2017 “Descifrar el código: La educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas” de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), las mujeres representan solo una tercera parte de los estudiantes en las áreas relacionadas con STEM.

La matrícula de estudiantes femeninas es especialmente baja en tecnología, información y comunicaciones (3%); ciencias naturales, matemáticas y estadísticas (5%); e ingeniería, manufactura y construcción (8%).

Panorama en México

. Las estadísticas nacionales de graduados de educación superior y posgrados muestran que los mexicanos se inclinan más hacia las ciencias sociales que a las STEM. Según datos del CONACYT y el INEGI , aproximadamente el 64% de egresados pertenecen a la rama de ciencias sociales; 8.4%, a ciencias naturales y exactas; y, el 8.1%, a ingeniería y tecnología.

Ante el acelerado ritmo de desarrollo tecnológico a nivel global, se requiere impulsar planes de estudios en STEM. Del mismo modo, se debe abogar y propiciar la inclusión y lograr disminuir la brecha de género en estas materias. “Integrar a las mujeres en estos ámbitos es por el bien del propio crecimiento económico de los países. Sobretodo ahora que todo es digital y las carreras están enfocadas hacia allá”, dijo Motta.

Cifras del “Anuario Estadístico de Educación Superior 2016-2017”, de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), muestran que el porcentaje de hombres en ingeniería, manufactura y construcción era de 72%; mientras que el de mujeres, de solo 27%. En ciencias naturales, exactas y de la computación, 59% eran hombres; y 41%, mujeres.

Datos del citado estudio de UNESCO, muestran que únicamente el 28% de los investigadores del mundo son mujeres. En México la brecha de género crece

según el nivel otorgado por el Sistema Nacional de Investigadores. Acorde a la base de datos de 2018 del CONACYT , en Investigadores Nivel 1, el porcentaje de mujeres fue del 37% y el de hombres , de 62%. En Nivel 2, 30% eran mujeres y 69%, hombres. La brecha más grande se encuentra en el Nivel 3 donde 21% eran mujeres y 78%, hombres.

Esta disparidad también puede verse en las empresas, como señala Lupina Loperana , líder de Microsoft Philanthropies en México: “el prejuicio está en la cabeza de todo el mundo, no solo de las mujeres que no se ‘avientan’ a estudiar STEM, sino también en empresas que creen que no pueden poner a una mujer al frente de un departamento de tecnología. Yo creo que debe haber un cambio. Por un lado, las mujeres deben saberse capaces de desarrollar el puesto. Y por otro, los empleadores deben tener la mentalidad abierta”.

Ana Karen, de Epic Queen , ha enfrentado en carne propia los estereotipos. “A mí, no sé si por ser joven o mujer, siempre me hacen menos en el aspecto laboral. Hasta que saben que soy emprendedora y conferencista, me piden una disculpa y me dan alguna excusa sobre el trato que me dieron. Me pasa seguido. Como no soy un hombre con corbata, me hablan como si fuera una persona que no tiene un lugar en la mesa”, comentó.

A través de la educación se puede comenzar a derribar estereotipos y, aunque los números no son alentadores, México tiene una buena oportunidad de implementar modelos STEM. De acuerdo con el reporte “Panorama de la Educación”, de la Organización para la cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el país tiene una de las proporciones más grandes de estudiantes que ingresan a la educación superior en el campo de la ciencia, entre los países miembros.

Ese mismo reporte sostiene que, en 2015, el 32% de los estudiantes de nuevo ingreso a la educación superior eligieron las áreas de estudio STEM, cinco puntos porcentuales más que el promedio de la OCDE , lo que sitúa a México entre los seis primeros países en este rubro.

Brechas. El panorama desigual que existe en los campos STEM también está relacionado con que, conforme se avanza en grados académicos, la presencia de las mujeres disminuye.

El proyecto “STEM and Gender Advancement” (SAGA), de la UNESCO , reveló que la brecha de género en ciencias aumenta significativamente en el transcurso del bachillerato hasta el posgrado; y, posteriormente, hacia la investigación y las carreras profesionales. El mayor

índice de deserción se encuentra en el nivel de posgrado. Las mujeres no continúan su especialización a pesar de la gran cantidad de tiempo invertido en su educación antes de la vida laboral.

Ana Karen opinó que la brecha en las áreas STEM responde a un fenómeno social. “Hay una gráfica que expone cómo la carrera de hombres y mujeres va igual hasta que las mujeres tienen su primer hijo. A partir de ello, los hombres suben en su carrera. Una carrera STEM es complicada, implica más tiempo. Por ello, la mujer se inclina más por el lado administrativo, aunque sea una científica”.

La UNESCO agrupa los factores que influyen en la poca participación de niñas y mujeres en la ciencia en cuatro grandes grupos: individuales; familiares y de pares; escolares; y sociales.

Sin embargo, las conclusiones del informe “Descifrar el Código” mencionan que no existe diferencia en el mecanismo neuronal para el aprendizaje según el sexo del estudiante. Por lo tanto, las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, influyen poco o nada en las

aptitudes académicas.

“Hay estadísticas donde se muestra que las niñas son buenísimas en matemáticas. Pero en prepa se van a ciencias sociales porque, para ese momento, creen que no son buenas, están lejísimos de la tecnología y van a estudiar cosas totalmente marcadas por el género”, comentó Lupina Loperana, de Microsoft

El documento de la UNESCO también sostiene que el proceso de socialización e ideas estereotipadas son la razón principal por la cual las niñas dejan de optar por la educación en STEM. “Si la mujer se cree el estereotipo de que no puede con una ingeniería, está en problemas y está creando un problema. Si desde casa le dicen que se debe dedicar a una cosa, la programan para estudiar algo que no tenga que ver con matemáticas o ciencia, se afecta el número de mujeres que entran a las universidades y reciben este entrenamiento. Es un efecto dominó negativo”, advirtió Ingid Motta.

Al respecto Ana Ramírez añadió: “las mujeres tenían un trabajo más social porque, históricamente, se quedaban en casa. Por ello, cuando empezaron a trabajar y a ganar dinero, les buscaron roles que fueran más parecidos a los que ya hacían. Después, las computadoras se hicieron juguetes de hombre porque ¿quién se iba a trabajar? El papá. Entonces, ¿quién necesita una computadora? Pues el que trabaja. Solito se fue haciendo ese sesgo”, afirmó.

Otra importante revelación del reporte de la UNESCO es que el interés de las niñas por la ciencia y la tecnología está vinculado con un sentimiento de pertenencia. De ahí la relevancia de que las mujeres que decidieron especializarse en alguna de las disciplinas STEM compartan sus logros, hablen de sus carreras y denuncien las malas prácticas que les impiden crecer en el área.

“Las mujeres que se desarrollan en la ciencia, como la química o la biología, y están en los laboratorios necesitan hacer un Instagram y dar conferencias. Esas son las cosas que le llaman la atención a las niñas que están metidas en las redes sociales viendo a supermodelos. Por ello sería positivo que también vieran otros ejemplos. Hacen falta personalidades STEM que derriben la idea de que hay roles a seguir de acuerdo al género”, concluyó la CEO de Epic Queen.

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Si te gustaría aprender a programar, ya sea como pasatiempo o profesionalmente, debes tener en cuenta ciertos aspectos necesarios para formarte en esta disciplina.

Primero que nada, es importante tener gusto por las matemáticas y por la computación. Esto es clave pues son las herramientas con las que trabajarás la mayor parte del tiempo.

También debes contar con capacidad de análisis, síntesis y abstracción, lo que quiere decir que puedes imaginar para luego crear.

Con estas bases, lo único que te falta es tomar la decisión y acercarte a alguna asociación o tomar un curso.

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