A los morenistas no les interesa la verdad ni la justicia. Lo único “transformador” es darle poderes discrecionales a su líder, lo que jamás hubieran avalado en otros sexenios.

Las campañas electorales son un buen momento para que los que gobiernan rindan cuentas. Llegó la hora para que Morena deje de escudarse en el pasado y asuma la responsabilidad de sus pésimos resultados.

Erradicar definitivamente rencor y resentimiento de nuestra convivencia social para poder construir la paz no admite regateo alguno, mucho menos de quien aspira a tomar las riendas de este país. Se trata de sanar heridas, no de profundizarlas.

No es con una nueva cárcel o con elección de los juzgadores como resolveremos el problema de la delincuencia ni tampoco de la justicia.