Pocos mexicanos sentimos confianza en el Sistema de Justicia. Si tenemos que tratar con él, antes nos persignamos tres veces, incluso los judíos y los ateos.

A los mexicanos nos deben una profunda reforma al Poder Judicial que no tiene que ver con la deseada por López Obrador de tener jueces por elección popular, que lejos de resolver la corrupción al interior, la agravaría.