En febrero de 1922 se celebró El Día del árbol, la idea era transmitir a los niños el amor hacia estos gigantes y hacerlos conscientes del beneficio que representan para la “higienización y embellecimiento” de la capital. Numerosos escolares participaron en diversas ceremonias de plantación, pero aquel año se pretendió que el festejo fuera memorable dedicando un árbol a cada periodista muerto