Hay un grave problema en la planeación educativa. Por una parte es lo relativo a la sobrepoblación en algunas profesiones y por otra parte, el déficit de profesionistas en el campo de trabajo para otras actividades.

Como es de suponerse hay sobrepoblación en las carreras del área de humanidades porque se consideran las de menor esfuerzo, como las de comunicación, derecho, sociología y otras que no son técnicas. Por otra parte hay déficit en las científicas.

Esto repercute en desempleo entre los egresados de las carreras humanísticas y por sobreoferta, bajos salarios entre los posibles candidatos al cargo.

Por otra parte, el déficit en carreras técnicas obliga a improvisar personal y sobrevalorar a los disponibles sin importar su capacidad. Además, por ironía, los egresados de escuelas técnicas no universitarias, terminan obteniendo mejores ingresos que quienes terminaron carreras en alguna institución superior en carreras de humanidades.

Este es un grave problema que evidencia escasa vinculación entre el sector académico del país y las necesidades de los empleadores.

Simplemente si se planeara circular la información de las necesidades del mercado laboral y dirigirla ésta a los estudiantes de preparatoria dentro de un gran programa de asesoría laboral, seguramente un importante porcentaje de los alumnos podrían redefinir la elección de carrera y reorientarse hacia donde se ofrecen mejores oportunidades laborales, con lo cual se generarían equilibrios, disminuyendo sobrepoblación en unas y resolviendo el déficit en otras.

También se podría exigir a las universidades de todo el país, públicas y privadas, acepten alumnos sobre la base de estas estadísticas.

Fomentar la conciencia de la vocación profesional, como primer beneficio generaría mayor calidad en la preparación de los egresados y un mejoramiento de las oportunidades laborales las cuales responderían a los méritos del profesionista recién formado y por otra parte, fortalecería el compromiso con el estudio respaldado en la vocación mientras cursan la carrera.

Po falta de una política universitaria efectiva, las decisiones en la selección de carreras por parte de los estudiantes, se vuelven "light".

También debemos considerar viejos paradigmas culturales como lo es la visión distorsionada de la carrera universitaria, como un simple trámite de certificación social para alimentar la autoestima, lo cual nos lleva a minimizar el valor de la adopción de conocimientos. Pareciera ser que la búsqueda del certificado de estudios para cumplir un requisito social y familiar es lo único importante.

Además, se suman prácticas erráticas en las decisiones universitarias por falta de una apropiada política académica, como es la proliferación de nuevas carreras académicas del área de humanidades y administrativas, que por ser teóricas, termina siendo más barato ofrecerlas.

Las carreras técnicas requieren laboratorios y equipamiento, lo cual impacta financieramente a las mismas universidades.

En síntesis, para mejorar la oferta de profesionistas universitarios al mercado laboral, lo cual impactaría en menos desempleo y mejores salarios, es necesario alinear los programas de estudio y la estructura de las universidades hacia las necesidades de la industria mexicana y el ámbito productivo y no seguir egresando alumnos que simplemente salen al mercado laboral a ver qué encuentran.

¿Usted cómo lo ve?

@homsricardo
Facebook / RICARDO HOMS

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