Pasamos la mayoría del tiempo buscando situaciones que nos sumen, por ejemplo; personas que nos aporten valor, buscamos empleos donde aprendamos y nos aumente nuestra experiencia profesional, nos relacionamos con personas con las cuales en algún momento serán de ayuda para nosotros, o como se suele decir: buenos contactos. Al parecer estamos en una búsqueda constante de tener la oportunidad de estar en lugares y con personas que nos aporten experiencias significativas a nuestra vida.

Por supuesto es importante ser conscientes, que siempre debemos de buscar algo que nos aporte, en cualquier aspecto de nuestra vida. Sin embargo, también deberíamos enfocarnos en nosotros y deberíamos preguntarnos: ¿qué tanto soy de aporte yo para mi entorno? ¿Soy ese hijo que aporta valor a sus padres? ¿Soy un hermano que le suma a sus iguales? ¿Conmigo tienen esa amistad verdadera, en quien se puede confiar? ¿Soy el empleado que suma valor a mi espacio de trabajo? ¿Soy el compañero con el que pueden siempre contar?

De pronto leemos, escuchamos, comentamos que, si no nos suma, nos debemos alejar, sin embargo, bajo esa misma lógica, entonces deberíamos preguntarnos: ¿yo, sumo, aporto o soy esa persona de la que es mejor alejarse? ¿Cuál sería tu respuesta?

Por supuesto es complicado respondernos este tipo de cuestiones, sobre todo porque la respuesta partirá desde nuestro punto de vista, y generalmente nuestro actuar surge de lo que nosotros consideramos como correcto y adecuado, por lo menos la mayoría de las veces.

Este tipo de preguntas que nos hacemos desde afuera es tratando de evitar lo interno, es más fácil observar lo que los demás me aportan, que poder observar lo que yo realmente abono. Es una mirada sesgada de un egoísmo desmedido, muy puesto de moda, por diferentes causas, pero es ahí donde recordamos aquella frase que dice, que una mentira repetida mil veces tarde o temprano se convierte en verdad, entonces se vuelve más importante admirar lo que me dan que poder analizar lo que yo ofrezco.

Tal vez tendríamos que preguntarnos ¿qué es lo que realmente le quiero aportar al mundo, a mis semejantes, a mi entorno? No tendríamos que enfocarnos en grandes cosas, en sueños utópicos o muy idealistas, considero que lo mejor es partir de nuestra propia realidad, ¿qué es lo que está a mi alcance hacer? Siempre desde mi espacio y mis posibilidades.

Podríamos cambiar la ecuación y dejamos de esperar y empezamos a aportar, y todo esto se hace una cadena de dar en lugar de estar a la expectativa, tal vez estaríamos menos inmóviles acechando, juzgando, clasificando y estaríamos más ocupados cooperando, ayudando, aportando. El mundo, la vida, las personas ni nos deben, ni tampoco nosotros les debemos, no se trata de deber, sino de ser.

¿Te gustaría ser de las personas que solo esperan, o crees que podrías ser de los que solo dan? Considero que difícilmente se puede exclusivamente estar en un lado, aquí definitivamente no hay dicotomías, en la vida todo es un vaivén. Porque tampoco puedes ser de los que únicamente otorgan, sin recibir nada, uno tiene que ser cuidadoso en ese sentido, y no es que uno de para recibir lo mismo, nada más que debe de existir un mínimo de reciprocidad.

Estas solamente son unas líneas donde la invitación es muy clara, hacia la auto reflexión, donde cada uno de mis amadas y amados lectores obtenga sus propias conclusiones, yo voy formando las mías. Se debe entender que no hay respuestas correctas o incorrectas solamente circunstancias. Pero de paso respóndete a ti ¿yo que estoy aportando?, ¿y si esto que aporto es lo que quiero?

Facebook: Yheraldo Martínez
Instagram: yheraldo
Twitter: @yheraldo33

Google News

TEMAS RELACIONADOS