“Enseñar es un ejercicio de inmortalidad. De alguna forma seguimos viviendo en aquellos cuyos ojos aprendieron a ver el mundo a través de la magia de nuestra palabra. Así, el profesor no muere nunca…” Cuanta razón le asiste a Rubem Alves en su libro: La alegría de enseñar.

Diversos aprendizajes que en su momento me impartieron muchos de mis maestras y maestros siguen haciendo eco en mi vida y en mi corazón. ¿Cuántos de nosotros, recordamos las palabras que nos dijeron? y a partir de ahí, nuestra vida toma un rumbo, o tal vez sea el camino que ahora estamos recorriendo.

Por ello, hoy damos gracias a los maestros porque con ellos uno aprende a disfrutar del color de la vida, ellos nos enseñan que los limites solo existen en nuestra mente porque el corazón es infinito. Nos instruyen en las matemáticas, español, lectura, biología, historia y geografía, y nos reiteran la importancia de estas materias; pero la responsabilidad, el respeto y la empatía nos hacen ser mejores seres humanos y esas asignaturas son indispensables, son quienes nos enseñan a recorrer la carrera de la vida y a llegar a la meta confiando siempre en nuestros talentos.

Muchas felicidades a todos los maestros en su día, a ellos que son los verdaderos forjadores de este país, gracias por darle tanto a nuestra patria, gracias porque en esta cuarentena están haciendo mucho con tan poco y todo por el amor a su profesión, por su entrega, por su vocación, por esa pasión de ver en lo que se convierten sus estudiantes, por ver a sus niñas y niños aunque sea por videoconferencias, gracias por entrar a los hogares y dar mucho más que las clases que corresponden al programa, si no por dar verdaderas enseñanzas de vida, por esos consejos, por esa motivación que le das a tus alumnos, por ver en ellos lo que ni ellos mismos ven; talento y futuro.

Ustedes Maestros son las verdaderas columnas sólidas donde se apoya la labor educativa, por sus enseñanzas y consejos siempre llevarán un lugar de honor en nuestro corazón. Lo más interesante de su obra, es que a lo mejor por ser malos estudiantes no aprendimos de la materia, pero aprendimos de la pasión, de la vida, de lo que queremos, y hacia donde vamos.

Los sentimientos y las emociones que una maestra o un maestro genera en sus estudiantes, son los que de alguna forma derterminan lo que nos gusta, lo que nos enamora y en ocasiones hasta descubrimos para lo que tenemos talento. Su misión es muy grande porque no tan solo se preocupan por formar a buenos estudiantes, se ocupan además en forjar a grandes personas, nos incitan a saber más y ser mejores personas. Como dice mi amiga docente Heídi Chávez “educar es mucho más que un verbo”. ¡Gracias Maestras! ¡Gracias Maestros!

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