Por Viridiana Lázaro y Ornela Garelli*

Cada vez es más frecuente escuchar discusiones sobre ciudades resilientes y vivibles, que puedan brindar una buena calidad de vida a sus habitantes. Sin embargo, esto no sólo tiene que ver con buenos servicios, sino poner a disposición de la ciudadanía espacios verdes para su disfrute.

Los espacios verdes en las ciudades abarcan no sólo jardines y parques urbanos sino también huertos y jardines comunitarios, los jardines de las casas particulares, los espacios acuáticos (espacios azules) y los distintos entornos silvestres-naturales (arboledas, alamedas, camellones centrales y laterales, áreas naturales protegidas, etc.).

Dichos espacios son muy importantes porque brindan servicios ecosistémicos como captura de carbono (que ayuda a combatir el cambio climático), mayor capacidad de infiltración del agua, mejoramiento de la calidad del aire, preservación de la biodiversidad, entre otros.

Incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que en las ciudades debe haber al menos 9 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Se recomienda que al menos una área verde pequeña se encuentre a no más de 10 o 15 minutos caminando desde el domicilio (Coles y Bussey, 2000; Handley et al., 2003). ¿Por qué esta recomendación?

Las áreas verdes y el espacio público generan grandes beneficios no sólo ambientales sino también sociales y para la salud de las personas. Un ejemplo de ello son los huertos urbanos, los cuales nos aseguran tener alimentos frescos, saludables y libres de agrotóxicos, además de que aseguramos la buena calidad de nuestra comida. Asimismo, un huerto urbano es un espacio público que nos permite generar encuentros comunitarios que promueve la convivencia entre usuarios y vecinos e incluso puede funcionar como terapia ocupacional. Por otra parte, los parques traen beneficios como captura de carbono, infiltración del agua, protección de la biodiversidad local, recreación, aire fresco y temperaturas más bajas, entre otros.

Así como los huertos urbanos y otras áreas verdes, los espacios públicos cívicos, como las plazas públicas, también traen beneficios a la población al ser sitios que favorecen la recreación, la socialización con otras personas, los paseos, hacer ejercicio, etc., actividades que a su vez benefician nuestra salud física y mental. Ahora con la pandemia por COVID-19, el acceso equitativo, suficiente y de calidad al espacio público y verde se hizo aún más necesario, por ejemplo, muchas personas que no cuentan con suficiente espacio en sus hogares contaban con el espacio urbano para ejercitarse, estar en contacto con la naturaleza o simplemente relajarse un poco.

Por estas razones, las autoridades locales, así como los candidatos y candidatas electos, deben comprometerse a construir ciudades más verdes, donde todas las personas podamos tener acceso a espacios que nos permitan disfrutar de la naturaleza, cultivar nuestros propios alimentos, respirar

aire más limpio, refrescarnos del calor, etc. En la lucha contra el cambio climático, reverdecer nuestras ciudades y centros urbanos mediante una mayor apertura de espacios verdes como huertos y parques, es central.

*Viridiana Lázaro, especialista en agricultura y cambio climático de Greenpeace México; Ornela Garelli, especialista en consumo responsable y cambio climático de Greenpeace México.

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