El glifosato es el herbicida más utilizado mundialmente en la agricultura, así como, en silvicultura, jardinería e incluso en actividades domésticas. Este agroquímico lo comercializó la compañía Monsanto, ahora Bayer-Monsanto, por primera vez en la década de 1970 con el nombre de Roundup.

Durante casi medio siglo una exitosa campaña promovió el uso del glifosato, y la ausencia, así como la manipulación1 de los pocos estudios científicos sobre los efectos en la salud y el medio ambiente, favorecieron que el uso del agrotóxico se expandiera por todo el mundo.

Sin embargo, ahora se sabe gracias a los correos eléctrónicos revelados a través de Monsanto Papers2 que los estudios de toxicidad realizados por Monsanto, ahora Bayer-Monsanto, solo se enfocan en los ingredientes activos y no en los productos comerciales, por lo que se puede inferir que las autoridades del mundo basan sus decisiones en la sustancia activa, es decir, el glifosato y no en el agroquímico comercializado, Roundup.

Asimismo, investigaciones del biólogo francés Eric Serálini menciona que hay diferencias entre el impacto en la salud del glifosato y el Roundup, debido a que los adyuvantes -sustancias añadidas a la sustancia activa- incrementan los impactos de la toxicidad del glifosato.

Por tal motivo, en México bajo el principio precautorio se busca sustituir el glifosato y los agroquímicos utilizados en nuestro país que lo contienen como ingrediente activo para 2024; así como el maíz transgénico que está intrínsecamente relacionado con el uso de éste herbicida tóxico.

Por lo que desde que el decreto presidencial fue publicado el 31 de diciembre del 2024 las autoridades deben encargarse de emprender la ruta para la eliminación total del herbicida glifosato. Por lo tanto, es urgente que se abran espacios de comunicación entre las principales personas involucradas y las autoridades, es decir, las organizaciones campesinas, las agricultoras y agricultores a pequeña y mediana escala también deben ser escuchadas y escuchados, no solamente las y los agricultores a gran escala, que son quiénes han tenido la oportunidad de reunirse con el Secretario Víctor Villalobos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER)5 para hablar sobre el tema.

Asimismo debe existir un mecanismo horizontal de participación, en el que las agricultoras y agricultores de pequeña, mediana y gran escala se involucren. Ya que existen soluciones. Pero para llevarlas a cabo es necesario incluir las voces del campo, pues a pesar de que es verdad que el glifosato ha llegado hasta las entrañas del campo mexicano. También es importante resaltar que existen experiencias de productoras y productores tanto a pequeña, mediana y gran escala que han decidido transitar hacia un modelo de producción más amigable con el medio ambiente.

Tal es el caso de un productor en Jalisco, de mediana escala, que al optar por prácticas agroecológicas ha encontrado diversos beneficios, tanto económicos como ecológicos y en términos de productividad. Este productor ha aumentado sus rendimientos y disminuido los agroquímicos. Menciona que ha aprendido que al hacer una fertilización balanceada pueden tener buenos rendimientos y menor incidencia de plagas, enfermedades y mayor calidad de los productos.

Asimismo ha optado por las técnicas agroecológicas por temas de economía pues ha ahorrado hasta un 40% de dinero con el uso de técnicas agrícolas sustentables, ya que resulta más barato producir sin plaguicidas. Además resalta que es necesario encontrar mercados que permitan que las productoras y los productores se sigan sustentando con su producción.

La experiencia de este productor es un ejemplo de muchos otros que nos muestran que se puede producir sustentablemente, sin sacrificar la viabilidad económica, cuidando del suelo, el agua y la biodiversidad, deconstruyendo el modelo hegemónico tradicional de Revolución Verde y en su lugar eligiendo prácticas que protegen la vida, la salud y promueven la comunidad.



Especialista en agricultura y cambio climático

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