Desde los primeros meses del año pasado, antes de que la pandemia llegara a México, sabíamos que sería una crisis de empleo . A diferencia de otras, ésta no sería derivada de la balanza de pagos o de una debacle financiera internacional . Sería una epidemia que llevaría a la gente a sus casas, paralizaría al sector productivo y ocasionaría distorsiones en la oferta y en la demanda como las conocíamos.

Durante el año vimos muchas cifras de empleo siendo testigos de la complejidad que enfrentaba el Inegi para levantar los datos. En estas líneas, intentaré explicar algunas de las cifras que el Inegi publicó ayer a través de la nueva edición de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Para precisar, hay que tener en cuenta que la jornada de sana distancia empezó el 23 de marzo del año pasado, por lo que el impacto de la pandemia en la pérdida de empleos se haría notar con más fuerza en fechas posteriores. La ENOE nos permite evaluar los cambios entre los dos primeros trimestres de 2020 y 2021.

Empecemos por la Población Económicamente Activa . En ese grupo poblacional se incluyen los mayores de 15 años que tienen un trabajo o que están buscando alguno. La PEA o fuerza laboral se divide, a su vez, en la población ocupada, que ya tiene un empleo, y en la desocupada, que no solo no tiene un trabajo, sino que activamente está buscando uno. Durante el primer trimestre de 2020, en la PEA había poco más de 57 millones de personas, de las cuales 55 millones se encontraban ocupadas y casi dos millones no tenían trabajo, pero se encontraban buscando. Las cifras más recientes muestran una reducción de la fuerza laboral de un millón 629 mil personas.

El mercado laboral se reconfiguró. La población ocupada entre enero y marzo fue cercana a los 53 millones de personas; dos millones menos de las que tenían un trabajo hace un año. La cifra de desocupados aumentó en 455 mil personas.

El otro lado de historia lo cuenta la Población No Económicamente Activa, que considera a quienes no tienen un trabajo y tampoco están buscando uno. Ese grupo se incrementó en un año en casi tres millones y medio de personas. Pero dentro de ese conjunto, el subconjunto que hace referencia a quienes no tienen un trabajo, no buscan, pero aceptarían uno —llamados “disponibles”— aumentó en 2 millones 674 mil personas. Más de dos millones y medio de personas que ni siquiera buscan un empleo porque consideran que nadie les dará uno.

Las diferencias por sexo se han hecho notar. De los 1,629,834 de personas que salieron de la fuerza laboral, 1,363,287 son mujeres; es decir, la salida de la población económicamente activa ha sido mayoritariamente de mujeres, 84% para ser exactos. Más de 70% de las personas que dejaron de estar ocupadas este año han sido mujeres. Con estos datos, queda claro que la carga del cuidado infantil y familiar , dado el cierre de las escuelas desde hace más de un año, ha recaído primordialmente en las mujeres. El choque no ha sido únicamente en el empleo, ha sido también en el acomodo social de las familias.

No olvidemos que, al hablar de empleo, hablamos de familias enteras afectadas, millones de personas que pierden la fuente de ingresos para su sustento. El mercado laboral no se ha recuperado. Algún día lo hará. Todavía falta.

@ValeriaMoy

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