El Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) propuesto en mayo de 2022 para contener el incremento de precios, particularmente en alimentos, ya cumplió un año. Pasó lo que tenía que pasar. Simplemente no tuvo efectos, aunque quizás podríamos hacer una excepción muy acotada.

El PACIC era una lista de 16 medidas que, en teoría, contribuirían a frenar la subida de precios. La primera medida, que fue la única que podemos decir con seguridad que sí contribuyó a no tener una inflación mayor que la que tuvimos durante prácticamente todo el año pasado, consistió en dar subsidios y estímulos extraordinarios para mantener bajo el precio de la gasolina. La medida, que en teoría no le costaría a las finanzas públicas porque sería compensada por el incremento en el precio del petróleo, acabó costándole al país 128 mil millones de pesos en pérdidas recaudatorias, ya incluyendo la recaudación derivada de los mayores precios de la mezcla mexicana.

Las demás medidas —como el teórico aumento en la producción de granos, la entrega de fertilizantes, el no incremento en el peaje de carreteras— simplemente no tuvieron ningún impacto. Otras más —como mejorar la eficiencia en la operación de puertos de carga y el fortalecimiento de la estrategia de seguridad en las carreteras— se quedaron únicamente como buenos deseos.

La inflación sí ha ido disminuyendo, como lo ha estado haciendo en todo el mundo, particularmente en Estados Unidos, nuestro principal socio comercial. Sin embargo, y a pesar de haber empezado el ciclo restrictivo de tasas de interés en México seis meses antes del inicio por parte de la Reserva Federal, la inflación en México ha resultado más “pegajosa” que lo esperado.

El componente más publicitado del PACIC fue la lista de 24 bienes, en su mayoría alimentos, que formarían parte de una canasta básica determinada en Palacio Nacional. El sector privado —productores e intermediarios— contribuirían a mantener los precios de esa canasta lo más contenidos posibles. Aquí algunos datos: el huevo ha subido de precio en este año que cumple el PACIC 24%; el aceite vegetal comestible, 12.46%; el azúcar, 10.67%; el limón casi 50%; la papa ha subido de precio 30% en un año.

Los grandes supermercados cumplieron con su promesa, todavía podemos ver en las entradas de las tiendas un carrito de súper con los 24 bienes del PACIC y un bonito anuncio del precio que tiene esa canasta en la tienda en cuestión. El esfuerzo que pudieron haber hecho para bajar los precios de esa canasta es real, sin embargo, esas grandes cadenas ofrecen literalmente miles de bienes. Se puede bajar el precio de esos 24, porque hay miles de opciones para compensar la pérdida que se puede tener en ese conjunto.

Hoy se publica la inflación del mes de abril. Los datos de marzo mostraban un incremento de casi 13% en alimentos en su comparación anual.

La inflación es primordialmente un fenómeno monetario. En los años previos a la pandemia —y aún más durante ella— se llevaron a cabo políticas expansivas para facilitar el acceso a dinero de la población. Sin embargo, las distorsiones en los procesos productivos fueron mayores. Cambiaron las cadenas productivas, el mercado laboral no ha terminado de ajustarse, y los precios relativos siguen en proceso de cambio. Ante un entorno tan revuelto era obvio que una lista de buenas intenciones no funcionaría para contener la inflación. Los datos lo demuestran.

@ValeriaMoy

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